SECRETOS DE VESTUARIO. Por Sergio Barriocanal
LOS REPLICANTES Y EL ENTRENADOR PERFECTO
Por Sergio Barriocanal
Hace tiempo que no creo en los entrenadores. Un ex internacional, que jugó en el Real Madrid, en el Deportivo, en el Espanyol y una larga lista más de equipos me dijo un día que en toda su carrera no había conocido a un entrenador bueno. Argumentaba que el que era muy bueno en lo táctico, fallaba en el trato con el jugador o en la motivación, que aquel que llevaba el vestuario como la seda era un desastre en los entrenamientos. ¿Existe el entrenador completo? Yo creo que no. ¿Podría Rijkaard hacer lo de Marcelino con la plantilla del Recre? ¿Es Juande un grandísimo entrenador o es que le han puesto en las manos la mejor plantilla de la historia del Sevilla? No hay duda de que los jugadores son los que hacen bueno o malo a un técnico, pero un técnico puede hacer malos a un buen grupo de jugadores.
No me gustan los entrenadores que no admiten la crítica, ni los que culpan a los jugadores en la derrota, pero sacan pecho en las victorias. No me gustan los quejicas, ni los llorones. Voy a contar el caso del Deportivo, de Caparrós. Lo que ha hecho este entrenador no es una revolución, ni una apuesta por la juventud como vende. Lo único que ha hecho es convertir el vestuario del Depor en una secta, en la que todos siguen sus mandamientos y en el que cualquier voz discordante es aniquilada. Caparrós ha fichado para su proyecto una docena de replicantes, a los que impone hasta lo que tienen que decir en la prensa. No es casualidad que los más veteranos no jueguen. Es la dictadura del técnico. Scaloni, Héctor, Tristán, Víctor, Molina, César…ejecutados. De la buena época sólo quedan tres Sergio es siempre el primer cambio, Manuel Pablo es el último lateral, Duscher no va ni convocado y Valerón hace tiempo que está lesionado. Valerón es para los aficionados la salvación del Depor, pero al canario no le cuadra ni le llena ni le apetece el fútbol que quiere Caparrós. La película del vestuario involucrado, de la música, del buen rollo, de la copa de los jueves, de la motivación, del esfuerzo es una farsa. Ahora, nadie en el vestuario está autorizado a dar una opinión, a debatir de fútbol, a replicar al entrenador. ¿Es este un caso de buen entrenador (por los resultados podría serlo) o de un desentrenador?
Hace pocos meses, en una enorme tertulia futbolera después de una cena, Djalminha me contó una anécdota que puede resumir la desubicación de muchos entrenadores. Un día, su hijo de diez años, que jugaba en un modesto de la ciudad, llegó a casa y le dijo que no quería volver más porque el entrenador no le dejaba regatear, que sólo les decía que tenían que tocar el balón a un compañero. La respuesta de Djalminha, crack también como ex futbolista, fue la siguiente. Dile a tu entrenador que con diez años lo único que quieres aprender es a regatear, que lo vas a hacer siempre que cojas la pelota y cuando te la quiten que ponga a alguien para recuperarla y que te la vuelva a dar. ¿Si no aprenden a regatear ahora cuando sean profesionales juegan once Gattusos?, decía Djalma. Pues como este entrenador de infantiles hay muchos en la elite, que amordazan, coartan y limitan las posibilidades de grandes futbolistas.
A Luis César, que ayer se lo cargaron en el Nastic, nadie le agradecerá el ascenso, pero si hablas con los futbolistas todos coinciden en que tácticamente es un monstruo y sus entrenamientos son de los mejores, pero también rajan de él como persona. El fútbol de Capello se empieza a cuestionar desde dentro. Reyes: “con este fútbol ni nos divertimos nosotros ni se divierte el público”. Veremos si juega Reyes el próximo partido. Porque ese es otro tipo de entrenadores. Los rencorosos. Y hay muchos.
Desde aquí os animo a crear el entrenador perfecto. El trabajo táctico de uno, los planteamientos de otro, la forma de llevar la plantilla, la relación con los medios…
Yo, de momento, de los que están ahora en Primera, si me tengo que quedar con alguno me quedo con Schuster.
Escrito por Sergio Barriocanal | 1:23 p. m. | Enlace permanente