Ramón Calderón habla mucho. Le gustan mucho las ‘alcachofas’, los corrillos de periodistas, las cámaras. Se expresa bien y habla convincente. Es hábil, cautivador y embaucador. Un presidente mediático. Pero el que tiene boca se equivoca y cuantas más cosas dices, más te expones a contradecirte y a manifestar cosas que detrás esconden acusaciones veladas, pero graves. (...)
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