Pantic y el orgullo de la Copa (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público
Por Antonio Sanz
Escucho al presidente afrutado presumir de cosecha. Quizá se refugia en la ciencia ficción. Lo digo por su profesión. Entiendo que aplauda a su gran futbolista, pero ojala cuide al ‘Kun’ mejor que cuidó a Torres. Quizá, la estrella argentina decida no marcharse porque el Atleti ha dejado de transitar entre tanta mediocridad. Las informaciones que le asocian con otros clubes han puesto inquieto al dirigente, que sabe que sólo con el actual nivel de la plantilla podrá retener al ‘10’ porque de lo contrario… volará a otro nido.
Merece una pausa la Copa y los últimos Atleti-Barça, tras el que nos espera el día de Reyes. Ineludiblemente salta a la memoria un nombre de la década de los noventa: Milinko Pantic. El número ‘10’ sacudió parte de su esencia en este torneo y ante los azulgrana. Clave en la consecución del primer título del doblete en la final de Zaragoza y arrogantes resultaron sus cuatros goles en el Camp Nou en un partido loco que terminó perdiendo el Atleti por 5-4. ‘Sole’ Pantic es un tipo normal. Llegó de puntillas al club. Llegó con retraso porque no era el elegido. Antic se fijó inicialmente en Prosinecki, pero el madridista se fugó… al Barcelona. De este modo, el técnico descubrió para nuestro fútbol a un veterano compatriota que jugaba en un modesto equipo heleno. Gil no lo veía. Y Miguel Ángel Gil, tampoco. Sin embargo, la tozudez de Radomir obtuvo recompensa. En una conversación telefónica subida de tono le lanzó un órdago a la presidencia: “si no lo pones tú, me lo descuentas a mí de la nómina. Fíjate si creo en él”, sentenció desde su habitación en la concentración estival de Los Ángeles de San Rafael. Gil y Antic debatían sobre los 80 millones de pesetas que el Panionios pedía por su estrella. Tanto se tensó la cuerda que Gil Marín y Clemente Villaverde viajaron a Atenas para cerrar el traspaso. La primera grata sorpresa se la llevaron los dirigentes en la recepción del hotel. El empleado, hincha del Panionios, hablaba maravillas del jugador. “Se llevan al mejor futbolista que hay en Grecia. Es una máquina a balón parado”, señaló el conserje. “¿Y por qué no ha fichado por un club grande de Atenas?”, preguntó Gil Marín. “Porque mataríamos al presidente. Sólo se puede vender a Italia o España”, dinamizó el griego. Al día siguiente me encontré con Pantic en un ascensor del hotel dónde se celebraba la reunión. Me mira fijamente. No habla apenas inglés, pero se esfuerza en hacerse entender: “Soy Pantic. Me apasiona el Atleti”, me lanza cuando le dicen que soy periodista español. Un tipo serio, con una figura poco atlética y con profundas entradas en su cabeza, circunstancia que le provoca una imagen más veterana. Esa tarde, ya en el aeropuerto ateniense, se rompe la cremallera de su bolsa de viaje. Me pide que le acompañe a comprar una nueva porque “no puedo presentarme en Madrid con una maleta rota”. Nada más llegar a la concentración segoviana, y tras la primera doble sesión de trabajo, los Kiko, Caminero o Toni bendicen el fichaje. Este tímido jugador resultó un crack. Dispone hasta de un busto en las oficinas del estadio, mientras traslada su docencia a los niños en la Escuela de la Fundación de la entidad. Y muchos aficionados admiten aún hoy: "si tuviéramos a Pantic en este Atleti..."
Escrito por Matallanas | 1:41 p. m. | Enlace permanente