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lunes, septiembre 30, 2013

¿Y si el jeque fuera Florentino Pérez? (Por Roberto Palomar)

No me gustan los lunes

Por Roberto Palomar

Dentro de lo que cabe, el socio del Real Madrid ha tenido suerte. El presidente es, de profesión, constructor. Por eso el club está lleno de circunvalaciones, obras, ampliaciones y proyectos. Si Florentino Pérez hubiera sido frutero, habría colocado un puesto de melones en cada esquina del estadio. Pero es constructor. Del mal, el menos: la residencia, el techo, las torres, la remodelación... Eso le salva. El año que no hay títulos, presenta una obra o un balance económico impecable y se hace acompañar de un fichaje sideral que es el equivalente al Empire State Building. De haber sido frutero, la asamblea no hubiera soportado una excelente venta de paraguayas como mejor resultado de la temporada.

Florentino redondea su discurso con otra de sus obsesiones: la propiedad del club. Continuamente, alardea de la soberanía de los socios para proteger a la entidad de la injerencia de jeques árabes y magnates rusos. Al punto de acomodar los estatutos a su gusto con la excusa de que no llegue un potentado de fuera y se quede con el Real Madrid. Pero cabe preguntarse ahora... ¿y si el jeque fuera Florentino Pérez? ¿Y si Florentino es, de facto, el verdadero dueño del club, el magnate del Este que, al calor de sus negocios, se encapricha de un equipo para obtener la notoriedad que no le da un oleoducto? Si Florentino se comporta como un jeque, si habla como un jeque, si tiene el mismo séquito que un jeque... ¡será un jeque!

EL DERBI. ¿Tiene la reflexión anterior algo que ver con el catastrófico resultado del derbi para el Real Madrid? Técnicamente, no. El partido fue un hecho deportivo en el que ganó el mejor equipo y al que los propios aficionados del Real Madrid no tienen nada que oponer: el Atlético pasó por encima. Fin del análisis. Quedarseen los 90 minutos da para escribir grandes fábulas, hacer una tesis sobre Simeone y el Cholismo como modo de vida y sobre Ancelotti y el Ancelottismo como camino a la pasividad. El Ancelottismo tuvo su momento culminante en aquella final de la Champions, en Estambul, cuando iba ganando 3-0 al descanso y acabó perdiendo por penaltis ante el Liverpool de Benítez.

Salir de los 90 minutos, ampliar miras, es lo que nos devuelve al jeque. El equipo que compareció en el Bernabéu es el equipo que ha querido Florentino Pérez . Un equipo de capricho, de intereses, sin atender a la cultura del club o al gusto de los socios. Con sus peajes y sus cuotas de poder perfectamente repartidas en la alineación. Con unos que juegan y otros que no juegan. Con fichajes que están ahí, hagan o no hagan falta, y traspasados que ya no están, hicieran o no hicieran falta. Con su cuota de canteranos para lavar la conciencia (y de paso, hacer otra residencia...), con Zidane en el banquillo, después de hacer la ruleta por el organigrama.

Un Real Madrid que probablemente seguirá ganando porque la victoria y la obligación de ganar están en los tuétanos del club, en la calidad de muchos de sus futbolistas y en la debilidad de la propia Liga española. Pero un Real Madrid que cada vez tiene más pinta de haber sido confeccionado desde un emirato que desde los despachos del Bernabéu. Si se comporta como un jeque, si habla como un jeque...

EL CHOLISMO. Preguntado el jardinero del Vicente Calderón por las posibilidades del Atlético de Madrid en la Liga, su respuesta fue la siguiente: "Yo sólo pienso en el partido contra el Oporto". Otro tanto respondieron la asistenta de Simeone y el chófer de Enrique Cerezo. Más allá de un estilo de juego, eso es el Cholismo, una forma de entender un club extremadamente complejo como el Atlético de Madrid.
Porque el Atlético, no seamos exagerados, no es la Filarmónica de Berlín interpretando Las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Pagar por ver jugar al Atlético, no se paga. Se paga por ver a once iluminados con una fe ciega en el tipo del traje negro que asoma de vez en cuando por el banquillo. El tipo les ha convencido de que pueden ganar y los iluminados van y ganan. Gracias a eso, Simeone ha logrado que el resto de la humanidad nos olvidemos de que el juego del Atlético es una mezcla entre ir a vendimiar y trabajar en una cadena de montaje. Sólo se disfruta cuando se acaba.

Escrito por Matallanas | 7:11 p. m. | Enlace permanente

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