Mi ventana indiscreta (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas (XXVI)
¡Cuánto tiempo! ¿Alguien se lo ha preguntado? Seguramente nadie. Pero no es extraño. Lo explico. ‘Firmé’ con el director de este blog un contrato con el que me comprometía a escribir veinticinco artículos. El último, el que ha estado ‘colgado’ los últimos tres meses y medio. Hemos renegociado un nuevo ‘acuerdo’ y aquí estamos de vuelta… ¿El número de artículos? Lo comprobaréis en el futuro.
MI VENTANA INDISCRETA
Por Antonio Sanz
“Me ha llamado ayer un número inglés y no he contestado”, escucho. Será Benítez. El míster acaba de perder la Champions y seguro que quiere dar un golpe de efecto con tu fichaje. “Déjate de historias que debemos ganar al Celta para asegurarnos la UEFA”, sentencia. Puede ser, pero este año, mi olfato me dice que tendremos un verano caliente, medito en silencio un sábado temprano de hora en la cafetería Santinno del Cerro del Espino, mientras apurábamos, él, un zumo y yo, un café. El tobillo izquierdo de Fernando Torres convalecía. Los fisios del club trataban la articulación hasta en sábado y en domingo para aproximarlo al césped del Vicente Calderón seis días después con el ánimo de cerrar, de una vez, la clasificación para Europa. El domingo por la noche recibo un sms: “sube mañana a Majadahonda. Tenemos que hablar”. El mismo número había repetido comunicación esa tarde. Entonces, sí había contestado.
Rafa Benítez suma seis informes sobre Fernando Torres, todos óptimos, en su mesa de trabajo en Melwood, así se llaman las instalaciones deportivas del Liverpool FC. No conforme, ordena a su ojeador de confianza asistir al estadio de Osasuna para presenciar el último partido del Atleti. Hasta en esto es meticuloso el manager madrileño. Mantiene el seguimiento de un jugador hasta el último momento, pese a que como ocurría en este caso, contaba con la decisión tomada. Cualquier anotación o apunte indiscriminado en el informe le sirve, por insignificante que le parezca a quien lo redacta. Torres sí o sí, anunciaba a sus colaboradores el técnico de Cuatro Vientos. Tan claro lo tenía que cuarenta y ocho horas después del partido de Pamplona, final de la Liga en España, viajó a Madrid para cerrar el acuerdo con el Atlético. Hasta ese momento, en sus notas, únicamente dos conversaciones entre entrenador y jugador y, como as en la manga, la solicitud del capitán al consejero delegado del club de escuchar y estudiar la propuesta que el manager español formalizó, para más sorna, en un despacho de agente próximo al Paseo de la Castellana. Pero antes de esta negociación, Benítez tuvo claro que única manera de convencer a Torres era explicarle el proyecto que empezaba a construir. Rafa, que se había informado de la personalidad de Fernando, era consciente que la telefonía móvil le daba una oportunidad irrepetible. Por eso, no dudo en pedir su número y marcarlo hasta recibir respuesta.
Desconozco en qué exacto momento la mente de Torres tomó la decisión dar el sí al Liverpool. Intuyo cuando optó por aparcar la camiseta rojiblanca. Lo que es seguro es que no sucumbió a la primera tentación. Anteriormente, y así lo ha reconocido públicamente, en un gesto que le honra pese a ficharlo el eterno rival, Sir Alex Fergusson y el Manchester United llamaron reiteradamente a su puerta, para encontrarse con la misma respuesta: sigo de atlético. Como hizo cuando otros clubes le trataron de camelar con la trampa del dinero -Inter de Milán, Tottenham y Newcastle-; o cuando algunos candidatos le quisieron utilizar como reclamo electoral para alcanzar la presidencia -Real Madrid-; o cuando otro grande -FC Barcelona- quiso cambiar cromos de banquillo -Riquelme y Saviola- por goles; o cuando otra entidad -Olympique de Lyon- le permitía sumar títulos con garantías; o cuando otro histórico -AC Milan- quiso cumplir un sueño que persiguió desde la primavera de 1999 cuando en edad cadete sus ojeadores le vieron levantar la Nike Cup como campeón del torneo que se celebró en su país.
Tras cerrar el Atleti la venta, Fernando esperaba a demasiados kilómetros de Madrid y de Liverpool el desenlace de su futuro. Las llamadas eran diarias: una por la mañana, con el desayuno; otra por la noche, con la cena. La diferencia horaria obligaba a esta doble comunicación porque mientras él dormía, aquí se debatía su salida. Mientras, nosotros descansábamos, él disfrutaba de la jornada estival. Muchas comunicaciones, la mayoría, se resolvían con monosílabos. ‘Nada’ fue la palabra más utilizada. Hasta que no regresó a España no se concretó el fichaje. Había transcurrido un mes desde aquella primera llamada no contestada. Muchas dudas y muchos silencios acompañan esta historia. Un proceso al que abocamos el destino de un joven que decidió cambiar de rumbo. La afición, a quien tanto dio y de quien tanto recibió, no ha sido capaz de entonar un cántico de recuerdo en los dos primeros partidos que el equipo ha jugado en casa. No importa. Los números no engañan. Deja el Atleti con una media de 15 goles por temporada en los cinco años que ha defendido al club en Primera división, se ha colocado entre los máximos goleadores de su historia centenaria, ha sido el capitán más joven y en esta etapa tan tenebrosa se ha convertido en el único orgullo de la masa social. ¿Cuántos niños y niñas se han enganchado a las rayas rojiblancas por el ‘niño’? Eso sí, se marcha con la amargura de no poder celebrar en Neptuno más que un obligado ascenso.
Sinceramente, creo la decisión ha sido buena para las dos partes. Era una oportunidad deportiva irrechazable para Torres y es una oportunidad para que en el Atleti se empiece a caminar unido. Es el momento de que algunos futbolistas de la plantilla asuman la responsabilidad que les corresponde y salgan de un anonimato al que los tenía sometida la tiranía mediática y social que respaldaba o criticaba a Torres. Fernando tomó la decisión y así lo asumió públicamente. El lo explicó en la rueda de prensa más multitudinaria que uno ha vivido. Por encima incluso de las presentaciones de Arrigo Sacchi o Carlos Bianchi. En el Manzanares ya asumen que el paraguas se ha cerrado.
Escrito por Matallanas | 12:14 p. m. | Enlace permanente