crónicas tirolesas

A José Manuel Estrada todos le conocen aquí por Pipi. Aquí, entre los periodistas, siempre se le ha conocido por Pipi. Desde hace un lustro toda España conoce a Pipi. Su salto al mundo del corazón, arriesgado, infrenable y, a veces, para sus íntimos, poco agradable, no le ha quitado nunca su ambición y pasión periodística. Con un inalámbrico al hombro, Pipi es el tío más feliz del mundo. Inocente, noble, cariñoso y jovial, el Pichón (otro sobrenombre de José Manuel Estrada) cubre la Eurocopa para Punto Radio. No le importa desconocer cual será su futuro en la radio cuando concluya la Euro2008 (no le faltará curro). Se emplea en cada zona mixta como si fuera la última (¡y las que prepara!) y curra con la ilusión de un becario. Estos días, el querido Pipi se ha traído un par de días a su pareja. Miriam Sánchez, la ganadora de Supervivientes 2008, quien ha estado alojada en la mejor suite de nuestro hotel. La pareja que tanto interés despierta mediáticamente en España, también ha sido el centro de atención cuando se ha dejado ver por el Sporthotel de Neustif. Resulta que Pipi requirió los servicios del cuerpo médico de la Federación para Miriam, que sufría una lumbociática, y presto acudió Miguel Gutiérrez, fisioterapeuta de la selección, acompañado del ‘doctor’ Limones. MaTA-dor tuvo acceso a la llegada de la delegación federativa, como se puede comprobar en la foto. Y el tratamiento de Miguel Gutiérrez resultó beneficioso para Miriam que ya está para jugar.

Seguimos a vueltas con Las Supremas de Las Rozas. Esther, Silvia y Paloma, las tres empleadas federativas que formababa el trío, al fin permitirán ingresar en su grupo a su compañera Susana Barquero, según hemos podido saber. Pero para ello cambiarán su denominación por la de Super Nenas, de Las Rozas, por supuesto. No les hace falta uniforme porque ya llevan su traje oficial de la línea modernita de Adidas. Si ganamos la Euro2008 se tirarán en Parapente como promesa (no todas, porque Paloma ha hecho otra promesa que estamos investigando). ¿Qué harías tú si salimos campeones? Por cierto, ayer se dejaron retratar, a regañadientes, Paloma, Susana y Esther (de izquierda a derecha), y sólo faltó Silvia. No estaba clara la autorización para publicar la instantánea, pero tras negociar con Santa Mónica, recibimos el OK, porque se pueden apreciar los anunciantes del cartel publicitario que preside la carpa de trabajo de los periodistas, tras el estrado donde se ofrecen las ruedas de Prensa.

Mi hermano Carlos me trajo el cable de la cámara y al fin pude rescatar la curiosa foto que realicé antes del primer partido ante Rusia en Innsbruck. Resulta que venía un grupo de aficionados españoles portando una enorme garrapata (ni se la ve por aquí, ni se espera que recibamos ningún picotazo, aunque cualquier bicho que se ve por los campos de entrenamiento es reconocido como una de esas famosas garrapatas que transmiten la encefalitis centroeuropea, por más que sea una arañita). La guasa, con la garrapata de gancho, era previsible. Lo que no se entendía apenas fue que la garrapata que portaban, esos aficionados de Granada, tuviera la cara y el ‘7’ de Raúl. “¿Por qué le ponéis la cara y el ‘7’ de Raúl?”, les pregunté. “Porque representa lo mejor y lo peor de que no esté aquí Raúl”, me contestaron. Aún no he descifrado la enigmática frase ni he comprendido el significado de la metáfora, por cierto, pero la foto es cachonda.

Por aquí anda Antonio Sanz. El colega del barrio que me metió en Marca, que me guió en mis inicios periodísticos, mi amigo, que ahora es el Director de Comunicación de Bahía Internacional, empresa que representa a Fernando Torres, anda por aquí evocando su pasado de enviado especial. Aunque se lo mereció, nunca cubrió una fase final de una Eurocopa ni de un Mundial. Ahora lo está viviendo lateralmente y por más que su 'tema' sea otro ahora, lo está disfrutando de lo lindo. También le retraté con mi cámara digital ayer por la mañana en el entrenamiento. Por la noche, tras mostrarse remolón para salir, Anto vivió el buen rollo que se vive entre los enviados especiales en un fiestón a medio gas, con el cagazo rondando y la inevitable sospecha de que podíamos estar viviendo las últimas horas en Neustif, las últimas horas en la Euro2008, las últimas horas con Luis de seleccionador (cántamos como nunca, mayoritariamente esta vez, el cántico que se ha escuchado toda la temporada en el Vicente Calderón en homenaje al de Hortaleza: “Lu-is A-ra-go-nés, Lu-is A-ra-go-nés, Lu-is A-ra-go-nés, Lu-is A-ra-go-nés”)

Si el pasado miércoles hubo movidilla en la zona mixta del Grecia-España, en los últimos días ha habido también más que palabras en la zona mixta tras los entrenamientos de Italia. Cuentan los compañeros que lo presenciaron que fue bastante desagradable ver el enfrentamiento que dos días seguidos tuvieron Alfredo Martínez, de Onda Cero, y Antonio Ruiz, de la Cadena Ser. Por un ‘quítame esas pajas’, por pequeñeces, vaya, porque estas movidas son por verdaderas gilipolleces que consisten en colocarse antes o después en la valla, y suelen ocurrir por alguno va de listo y se quiero colar en la fila, el primer día fue Juan Castro, de Marca, el que les separó. El segundo, fue Hugo Jiménez, de Público, el que evitó la pelea. La razón, dentro de la sinrazón, se la dan la mayoría de los testigos presenciales a Alfredo Martínez. Pero, al margen del que tuviera más culpa, debemos intentar que no ocurran estos conflictos, porque la competencia no puede llevar a la violencia nunca, jamás. Porque por aquí, la gente tiene sus rarezas, como poner de limpiaparabrisas una escobilla del water, pero no se la ve violenta, más bien pusilánime.

Hoy viajamos a Viena. A cubrir los cuartos de final ante Italia. Viajamos confiados e ilusionados, esperanzados y ansiosos por ganar a los italianos. Deseo fervientemente espachurrar a Nini y a Mario en un abrazo. Cada noche contemplo embobado un vídeo de cómo mi Nini baña a mi Mario (ya tiene un kilo más, y mil ‘agos’ y sonrisas repartidas en 17 días ausente). Pero daría lo que fuera, y ellos dos también, porque el reencuentro se retrase una semana. Daría lo que fuera por regresar a Neustif, sede del cuartel general de la selección y los enviados especiales, el próximo lunes y quedarme hasta el miércoles, y viajar de nuevo a Viena a jugar la semifinal el jueves. Daría lo que fuera por levantarme y ver los teleféricos que ascienden a 1.700 metros, en la imponente ladera que veo cada día al correr las cortinas, una semana más. Daría lo que fuera por seguir. Daría lo que fuera porque se cumpla la cita que leí en una nota de mi tío Nino (temprano, tempranísimo madrugó la madrugada, ¡maldita sea!): “Engancharemos nuestro vagón a una estrella, para seguir el camino hacia arriba, siempre hacia arriba”. Daría lo que fuera porque España superara los cuartos y fuera campeona. Daría lo que fuera. Y vosotros también.