El discreto encanto del seleccionador (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
Del nuevo, claro. Del que fue presentado hace unos días y responde al nombre de Vicente del Bosque. No es que el anterior no lo tuviera, al encanto me refiero, pero a algunos nos costaba mucho más pillárselo y nos acabamos haciendo el lío que ha culminado en esa cosa que se llama Eurocopa. Para eso, como para muchas otras cosas, no es suficiente el encanto ni la cortesía, pero puestos a tirar de laureles, no parece que un par de Ligas de Campeones y otro par de Ligas nuestras, junto a alguna que otra Supercopa, obliguen a entrar en determinados sitios de puntillas y como pidiendo perdón. Hay que tener ganas de alborotar para convertir el ciclo que ahora comienza en una permanente y obsesiva comparación con la etapa anterior pero, sobre todo, hay que ser el más tonto del planeta para creerse que el nuevo seleccionador vá a permitir que sean otros los que tomen determinadas decisiones, y muy especialmente la que concierne al futuro de Raúl.
Seamos directos, sí. Conviene dejar claro desde el principio que esto, “lo de Raúl”, está llamado a condicionar el crédito que, en determinados sectores, le vá a ser otorgado a Del Bosque. De hecho, aún estando convencido que las posibilidades de Raúl de volver a la selección se reducen a criterios exclusivamente futbolísticos, percibo una escandalosa “actividad paranormal” entre los que todavía piensan que la selección es una propiedad privada en la que el derecho de admisión les está negado a jugadores como Guti y Raúl. Además de injusto, resulta poco inteligente establecer una consecuencia tan barata como esa que apunta a que Del Bosque tiene ya decidido su regreso, como una especie de compensación por su llegada al cargo. Insostenible y mezquino, pero así se manejan algunos.
Ante ello no cabe mejor respuesta que la discreción y el talante conciliador que el demostrado por el nuevo seleccionador, valiente y sincero como para dar un paso al frente y, sin estridencias ni dobles discursos, renunciar al aniquilamiento público de Raúl que parecen exigirle. “No es un apestado”, dice Vicente, y se llevan algunos las manos a la cabeza como si encima hubiera que dar explicaciones por no estar a favor de la pena de muerte. Aún así, me resulta especialmente conmovedor el grado de tolerancia y comprensión que demuestran Del Bosque y su gente en la difícil tarea de ponernos a todos de acuerdo sin que eso altere la “paz social” que la propia selección se ha ganado a pulso. Justamente por eso es el hombre perfecto para hacernos campeones del mundo. ¿Te suena bien, Mata?
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 1:30 a. m. | Enlace permanente