Mar hecha
VERANEO (III)
“No conozco a nadie que se maree con dos ‘biodraminas”, me repetía Capi mientras estaba pendiente del mareo que me tenía a maltraer con la Bahía de Cádiz de decorado visto desde el mar. ¡Menudo mareo me pillé! Resulta que el jueves nos pegamos un madrugón importante para ir a pescar. Mi padre, mi hermano Gonzalo y yo, nada acostumbrados a despertarnos pronto, pusimos el despertador a las 7 y media de la mañana. ‘Er’ Capi nos había invitado a pasar un día de de pesca junto a su amigo Perico en el barco de Joselo, el Picorete III. Tras dar buena cuenta de una barrita de pan tostado con aceite y jamón ibérico, nos presentamos en el Club Náutico de El Puerto de Santamaría y comprobamos, tras las dudas de cómo había que vestir, que nuestra indumentaria era adecuada y acorde a la de los anfitriones, que se retrasaron un pelín ante la desesperación del puntual y metódico Capi, que llevó botellines, agua y ‘coca colas’ como para veinte.
Nada más salir, Joselo, al timón, torció el gesto. Al abandonar el río San Pedro y salir al mar, Perico, Capi y Joselo exclamaron lo mismo: “Hay mar hecha, mar hecha”. Con su acento andaluz no nos enterábamos de nada. Hasta que nos explicaron que era un día complicado para navegar por el viento de poniente y no sé que, y que ni el pedazo de motor que llevaba el barco lo podía solucionar. Pero seguimos adelante. Había que pescar. Tras deleitarnos con la vista de Cádiz, paramos y empezó el ritual. Tras explicarnos que el muergo, una especia de navajas, es el mejor cebo para pescar, colocarlo en los anzuelos y tirar la caña, Joselo tardó exactamente 40 segundos en que picara el primer pez. “Picó, picó. Es pequeño”, exclamó. Nada más salir del agua sabían y anunciaron que se trataba de un ‘roncador’, llamado así porque si le dejas tirado sobre la cubierta nada más pescarlo empieza a emitir ronquidos al no poder respirar, como pudimos comprobar. La pesca de ese pez y de otros tres más las contemplé sin problemas. Incluso me hice la foto sacando a un pez que no me acuerdo como se llama, que nos dijeron que estaba muy bueno frito, como luego comprobamos. Pero después me quedé inmovilizado, no podía articular palabra y con las pintas de atracador de banco o de famoso de incógnito que llevaba, gafas de sol y gorra, parecía un muñeco de cera. Fue un rato horrible, porque no estaba mareado a tope, ya que las dos biodraminas que me habían tomado algo de efecto me habían hecho, pero no podía hacer nada más que mirar al horizonte flipado y recibir la brisa en el poco rostro que me quedaba libre. Er Capi pedía a Joselo que nos volviéramos porque el mar estaba mal, pero Perico y Joselo se empeñaron en ir a otro lado a pescar, obligados por el orgullo de pescadores. Sacaron un pargo grandecito, y otros roncadores y otros de esos que no me sale el nombre ni para atrás. Y nos volvimos. Mi padre, que estaba perfecto, de repente se sintió mal y devolvió por la borda. “Me he quedado fenomenal”, decía mientras Gonzalo y yo nos reíamos (yo ya estaba mejor). Er Capi ‘obligó’ a Joselo a regresar ante mi malestar, que había remitido, y el contratiempo de mi padre. El trayecto de vuelta también fue duro. Parecía que la barca se iba a romper. Y a Capi se le cayó el móvil en uno de los botes. “Lo que más me fastidia es que nos voy a pasar todas las fotos que os he hecho, a ti mareado y a ti echándolo todo por la borda”. En el regreso hablaban de que nos íbamos a comer los peces y así fue. Llegamos al Club Náutico y nos frieron los pescados e hicieron un arroz caldoso con los ‘prehistóricos’ y con los muergos. Exquisito. A la comida se unieron mi madre, Nini y Mario, Marta, la novia de Gonzalo, y Loli y Esteban, dos amigos de toda la vida de mis padres. Capi se fue a su bar El Chino a trabajar y se marchó mareado. “No voy y me mareo al pisar tierra, igual me he pasado con las biodraminas”, decía horas más tarde cuando aún andaba fastidiado. Y añadía: “Fue cuando me puse delante, que este tío nos ha dado una paliza. No era día para pescar y nos teníamos que haber dado la vuelta”.
Yo ya no me acuerdo ni del mareo. Sólo recuerdo lo que me reí porque tanto Joselo como Perico como Capi son tres guasones importantes, especialmente Pedro. Hubo momentos Morancos y momentos Club de la comedia. Fue un día sensacional.
Eso, lo de mar hecha, la pesca y el mareo, fue el jueves. Ayer viernes llegó Kiko a Jerez y me llamó para echar un padle con sus ‘compares’ el Toni y el Pompa. No había salido a correr bien por la mañana y me vino bien sudar. El que no sudó nada fue Kiko, cuyo nivel es muy superior a nosotros. ¡Como juega el tío! Cuando fue con él de pareja dimos buena cuenta del Pompa y el Toni (6-1, 6-1). Luego me puse yo con el Toni y nos ganaron Kiko y el Pompa 6-2. Una tarde agradable. Unas vacaciones espectaculares. Estos días nos hemos visto con Jesús Marín y familia (David y María están geniales) y con Martita. Anoche cenamos con Isaac Fouto y Gemma Santos, la gran Churri, y Alvarito Ojeda. Ahora nos vamos al bautizo de Hugo, el hijo del Toni.
Y estamos enchufadísimos con los Juegos Olímpicos y nos hemos emocionado ya hoy con Samuel Sánchez y su oro y su podium en ciclismo. Los veremos esta semana en Madrid porque mañana o pasado (depende de José Tomás), dejamos en El Puerto de Santa María a Maribel y Andrés, posiblemente los abuelos más felices del mundo (junto a Carmen y Manolo). Tenía que estar en Pekín cubriéndolos con Titan Sport y Sohu. Pero he preferido el ‘sillón ball’ olímpico (¡hoy corrí media horita por la playa!) junto a Mario y Nini. Ya cubriré unos Juegos Olímpicos. Y ya volveré a Pekín…
Escrito por Matallanas | 5:39 p. m. | Enlace permanente