El efecto Ancelotti (Por Alfredo Duro)
Por Alfredo Duro
Se ha hecho esperar hasta el punto que su tardanza ha llegado a provocar situaciones de las que en ningún caso debería participar el Real Madrid. Por momentos algunos han dado auténticos saltos mortales ante la posibilidad que algún jeque acabara echando por tierra el fichaje de Carletto, cuyo acuerdo con el presidente del Madrid data del mes de diciembre. Aún así , las caprichosas circunstancias de hacer coincidir en el tiempo y el espacio las coordenadas del “asunto entrenador” con el PSG, nos han tenido entretenidos en una historia que tarde o temprano iba a colocar a Ancelotti en el banquillo del Bernabeú. A la tercera tentativa, después de un par de intentos en los que Milan y Chelsea fueron suficiente reclamo para que la paciencia del entrenador italiano no se pusiera a prueba. Y no parece en absoluto que eso sea un mal precedente.
Estamos demasiado acostumbrados a dar por bueno que cualquier entrenador o jugador que se precie esté dispuesto a “perder el culo” por jugar en el Real Madrid”, y no siempre ha sido así. No lo perdió hace años el propio Ancelotti, cuyas circunstancias personales están lejos de obligarle a aceptar lo primero que le pongan delante. Ya hay un montón de vaticinios sobre la hipotética bondad que el italiano va a tener con el vestuario, como si el simple hecho de ser el sustituto de Mourinho sea garantía de blandura y acomodamiento. Viene Ancelotti de formar parte como jugador de aquel Milan de Arrigo Sacchi que cambió conceptos básicos del fútbol moderno, y viene de formarse en banquillos en los que nadie espera a nadie. En los que los proyectos son resultados. Y ha aguantado el tipo, incluido en el propio Paris Saint Germain, sin dar síntomas de entreguismo hacia los que mandan ni los que juegan.
Tiempo le ha dado a Ancelotti durante todos estos años sabiendo que su destino estaba teñido de blanco, de haberse empapado de esa cultura madridista que todos parecen conocer y muy pocos demuestran entender. Un proceso extraño en el que algunos se ponen a repartir carnéts de madridistas para diferenciar entre los de verdad y los que quedan en simple pseudos, y a otros por buscar efectos modernistas que puedan darle lustre a la foto y la eterna pasarela. Ni esa vanguardia petulante ni la reciente inquisición autodestructiva encajan en lo que en principio representa Ancelotti. Su efecto, más bien, tiende a estar cerca de esa tercera vía que tanto se echa de menos en el Santiago Bernabeú. Estaría bien.
Escrito por Matallanas | 5:40 a. m. | Enlace permanente