El butacón del Garci (XI)
José Manuel García
'Quedado especial' de MaTA-dor entre Costa Ballena y Sevilla (¡regresó!)
Ganó Italia el Mundial y juro por mis muertos que hace un mes no daba un duro por la ‘azzurra’. Lo hizo a los penaltis, que es una forma muy italiana de ganar. Italia es un panteón lleno de contrastes; luces de neón que resplandecen con un Marcello Mastroianni
llamado Pirlo y un trilero de nombre Gatusso. Italia se subió al Everest del fútbol, a veces a trompicones, sacando heroica (Bufón tiene brazos de inspector Gachet), con las borlas legionarias colgando de la rapada coronilla de Cannavaro, que salta como un trapecista y tiene la sangre más caliente que un soldado en Ibiza.
Podrán ponerles nubes, puntos y media docena de interrogantes al triunfo italiano, pero yo pienso que los de Lippi se han merecido el máximo entorchado. Italia ha tenido clase y narices. Ha sido un bloque granítico, concentrado y con agallas. Con un portero extraordinario, una defensa espectacular (dos laterales rápidos y con garra, más dos centrales que no dejaban pasar ni una mosca), un mediocampo con talento y fuerza descomunales (Gatusso no es de Alcalá, es alcalino); y un ataque con pólvora y gol. Quizás me defraudó Totti, pero Del Piero le suplió con garantías.
Después de Italia, el mejor equipo fue Francia, que derrochó los mismos argumentos que los italianos, incluso más calidad, pero a Francia le falló lo esencial: la concentración. Zidane sacó lo mejor de su fútbol y lo peor de sí mismo. Su barriobajero cabezazo, entrando al capote de la provocación porteña que le tendió Materazzi, no mereció la roja directa: mereció que lo expulsaran a gorrazos. Por pardillo.
Francia aflojó los muelles, primero por la lesión de Vieira y luego por una cadena de tropelías, incluyendo la autoexclusión de Henry, que olió los penaltis y se quitó del cartel. A Francia se le escapó la tortuga. Sofía no supo resistir el encanto de Marcello. Ganó el guapo italiano, Sofía no pudo resistirse y se le bajaron las faldas. Italia se hizo con el oro en la carrera, en las chapas, en el patio.
Punto y final (con estrambote)
Desde mi butacón sevillano siento una sana envidia de esos madelmans azules. Viendo a Italia, comprendo muchas cosas. En nuestra Selección tenemos a Casillas, a Sergio Ramos, a Puyol; pero Pablo no será nunca Materazzi. Pablo es un curilla siempre presto a que le roben la cartera. Y Pernía es un novelero que en el Mundial vio cómo le cantaba la gallina. Del resto me quedo con todos menos con uno: Raúl. España tiene mimbres para conseguir un día lo de Italia. Pero sin Raúl, que en la selección (no sé si en el Real Madrid) tiene pasado el arroz y los garbanzos. …
Y sin Luis Aragonés. Y va Villar y le regala una moratoria de dos años. Encima le nombra (a Luis) máximo responsable de todo. Alguien que monta una zapatiesta para comprar en el Carrefour, organizando el fútbol nacional, desde el primer equipo hasta los juveniles. O sea, baja Groucho Marx y organiza una sesión de Filarmónica en la Cámara de los Lores. Y queremos ganar un Mundial con estos zapatones
Fotos: Gustavo Ortiz
(redactor gráfico de MaTA-dor)
Escrito por Matallanas | 8:01 a. m. | Enlace permanente