EL PACTO Y LA VERGÜENZA

Por Alfredo Duro

Sigue el personal dándole vueltas al episodio rocambolesco que protagonizaron Emerson y Capello en los últimos minutos del partido frente al Bayern. Ha sido Pedja Mijatovic el que en Onda Madrid nos ha dado la pista definitiva sobre lo sucedido, dejando claro que entrenador y jugador habían acordado prescindir de cualquier calentamiento en la banda y evitar de esa manera que el público del Bernabéu entrara en estado de excitación en contra del brasileño. Así está la relación en el vestuario. Se dan forma a pactos que buscan la conveniencia de las partes para salir airosos de los cargos que se le imputan a los sospechosos. Ante la falta de respuesta futbolística, un pacto. Ante la falta de compromiso y respeto por el escudo, un pacto. Ante la falta de obligaciones y solidaridad, un pacto. Ante la ausencia de implicación, un pacto.

Así es como entienden algunos que debe plantearse hoy día el verdadero cumplimiento de la responsabilidad contraída con el club, pactando. Una triste manera de resolver el desencanto que ha generado en la grada esta sensación de vuelta al pasado por la escasez de fútbol y el dominio insolente del capricho. Si Capello y Emerson quieren pactar con alguien deberían hacerlo con su propia conciencia. Así se darán cuenta de la intolerable arbitrariedad con la que han castigado al aficionado y el club que les paga. Con su comportamiento han alimentado el riesgo de quedar eliminados por un equipo achacoso y gastado. Algunas cosas pueden perdonarse. Profanar el sagrado santuario que es el Santiago Bernabéu y hacerlo en noche de Copa de Europa, jamás.

Y luego está la ya insoportable demostración de barbarie y salvajismo en la que miles de aficionados se vieron atrapados en los prolegómenos del “derby” en el Vicente Calderón. Los destrozos en buen número de unidades móviles de radios y de vehículos particulares suponen el enésimo pago del impuesto revolucionario al que estamos sometidos por esta despreciable minoría de bestias que sólo son capaces de actuar en manada. La obscena impunidad con la que un ejército de bárbaros se apoderó de la calle debería avergonzar a aquellos que les conocen y les consiente. Pero les dejan. Nos roban el aire festivo y colorista de un partido único y lo transforman en carreras, pelotazos de goma, coches rotos y una estremecedora sensación de derrota al comprobar que algunos van al estadio por primera su vez. Los hijos miran a sus padres y les preguntan si esto es el fútbol.

EL LIVERPOOL-UNITED, AL MEDIODÍA

El próximo sábado Liverpool y Manchester United juegan en Anfield uno de los grandes clásicos de la Premier League. El partido, como viene siendo habitual desde hace varios años, se jugará al mediodía. Desde que los ingleses comprobaron que la ausencia de alcohol era el mejor aliado para combatir a los “hooligans”, han perfeccionado el sistema por el que los partidos de mayor riesgo se celebran cuando a los más inconscientes no les ha dado tiempo a emborracharse. El “derby” entre Madrid y Atlético se jugó a las diez de la noche. ¿Casualidad?

Duro ¿os suena?