La soledad de Tapia (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público
Por Antonio Sanz
El entrenador convive en un entorno de soledad permanente. Por arriba son cuestionados en cuanto las derrotas amenazan a los que ocupan los sillones que mandan. Por el medio, los jugadores miran hacia sí mismos y pocos pelean por el éxito colectivo cuando la borrasca visita el vestuario. Por abajo, la afición se distancia con frecuencia cuando la frecuencia de resultados se atasca y el juego del equipo abre bocas y cierra esperanzas de éxito. Desde su atalaya, los medios de comunicación condenan semana tras semana a los equipos tristes, sin ambición y lo que es peor, a los que se condenan a caer al precipicio. Con este escenario, los técnicos se enfrentan a sortear al segmento que tome la posición más encorajinada.
Tapia -que convirtió al Málaga en el conjunto revelación de Primera al salvarlo matemáticamente tres meses antes de concluir la Liga- decidió emprender el reto de devolver al Betis a la elite. Desde el inicio del proyecto, la gente montó un estado de guerra civil con el deseo de desbancar al dueño. El otrora idolatrado Don Manuel ha perdido la confianza de las masas y éstas se agrupan y protestan con la única intención de expulsar a quien compró el club y lo convirtió en sociedad anónima deportiva. Tan revolucionado estaba el patio que sólo tres días después de la presentación del entrenador ante los periodistas, se fraguaba una manifestación con el único mensaje de pedir la cabeza del mandamás. Las cifras señalaron a más de 50.000 béticos que, por las calles de Sevilla, pidieron la urgencia del cambio. Por aquí, con un arranque futbolístico complicado y un pobre rendimiento lejos de Heliópolis, ha transitado el Betis de Tapia. El cordobés ascendió, mejor, descendió al cargo con el único apoyo de Lopera. La decisión unilateral del dirigente le provocó caminar en el desierto al frente de un grupo de futbolistas que han arrimado el ascua a su sardina: escaso compromiso y muchas ganas de hacer las maletas y mudarse de ciudad. El marrón de Segunda disgusta y son los menos quienes suman.
Con el final de la primera vuelta, Lopera se cansó de Tapia y fichó a Víctor Fernández. Varias semanas antes negoció la opción de Juande Ramos, pese a que el técnico negó cualquier contacto en un comunicado que publicó su página web. Es curioso, pero en el mismo no explicó la reunión celebrada en el barrio de Los Remedios entre un alto cargo del club con su ayudante, Marcos Álvarez, y con su abogado, Gonzalo Escacena. Una operación económico-financiera ajena al fútbol derribó las esperanzas de Lopera, quien no quiso asumir riesgos no deportivos. Entre tanto, el secretario técnico Momparlet tiraba de listín telefónico y contactaba con otros tres entrenadores: Mendiondo -primer ayudante de Luis en su experiencia turca y miembro de su cuerpo técnico en Austria’08-, Calderón -experimentando en banquillos, Arabia Saudí y Omán, con el poder del ‘petrodolar’ y Vidakovic -alumno aventajado de Javi Clemente y hoy en el Écija-. Pero el dueño volvió a no consultar. Cuando obtuvo el sí del aragonés, se cargó a Tapia, que aguantó estoicamente filtraciones y desplantes que pretendían la rendición del propietario del asiento. Con todo, esa soledad se refleja en la clasificación. Hoy Víctor debuta en Córdoba. Si quieren ascender... ¡que no lo dejen tan solo!
Escrito por Matallanas | 9:04 p. m. | Enlace permanente