El periodismo o la vida
¿A quién juntamos?
En periodismo hay acontecimientos que se repiten periódicamente. Y hay que cubrirlos siempre con las tres ‘íes’ a tope, o sea, con la máxima intensidad, ilusión e imaginación. Igual que todos los años se cuentan el número de bolas que entran en el bombo de sorteo extraordinario de Navidad y se busca la mejor historia del ganador del Gordo, que si compró el décimo porque su abuelo lo había dejado apuntado en una servilleta en 1.958, que si toda la oficina se hizo con un décimo menos él, que mala suerte, que lleva en la empresa 32 años y nunca había dejado de comprarlo menos este año y va y toca… En la prensa deportiva se repiten cíclicamente los partidos del siglo. Llega el derbi y se prepara la semana. “¿A quién juntamos?” Este año en el derbi madrileño no ha habido parejitas. El reto era juntar a Sosa con Beckham o Figo, pero era harto complicado después de las declaraciones incendiarias del uruguayo, por las cuales se han rasgado las vestiduras algunos colegas, haciendo gala de esa hipocresía innata que tenemos los periodistas, porque declaraciones como las de Sosa vienen sensacional para vender un derbi desde un medio de comunicación. No lo duden. El caso es que aunque se repitan contenidos, el reto es buscar la mejor historia, preparar el mejor reportaje y contarlo mejor que en todos los derbis anteriores. En el derbi de Valencia ha habido menos problemas porque los clubes si han juntado a los técnicos y a los presidentes. Muy‘light’ y facilito.
A la hora de idear un reportaje o plantear un proyecto, en periodismo funciona una máxima de mayo del 68: “Pide lo imposible, algo te darán”. Y de repente, la tormenta de ideas se convierte en un desvarío. La desazón puede invadir al personal al ver las utópicas propuestas de los mandos o de algún compañero que no ha pisado la calle ni cuando iba al cole para salir al recreo. A veces ocurre que lo que parece una gilipollez mayúscula que uno ni se atreve a plantear a los protagonistas, sale y haces un ‘reportajón’ alucinante. Porque el periodismo tiene mucho de suerte, además de tener oficio, fuentes de información y saber manejar las suertes y aporrear el teclado y que te sufraguen las llamadas del móvil, hay veces en que la historia sale porque coges un teléfono y te la cuenta un amable lector, o porque te vas del entrenamiento por una puerta diferente o porque el hermano de un amigo del barrio que conoce al primo de un colega del curro de un ex compañero de clase del cuñado del vigilante jurado de una fábrica de productos de una prestigiosa marca deportiva te cuenta que fulanito va a fichar por el Puerta Bonita. Y tirando del hilo sacas el fichaje de un galáctico.
Pero por encima de nuestras batallitas de la profesión más hermosa de la vida, detrás de las anécdotas que no se suelen contar de estos bomberos que nunca se pisan la manguera entre ellos y rara vez, salvo ahora con los confidenciales de la red, denuncian sus miserias como hacen con las de los demás personas, el asunto es que además de tener historias, hay que saber contarlas. Y aunque se hayan disputado ya veintiséis ediciones del Dakar, nadie ha sabido vivirlo ni contarlo tan bien como Palomar. Don Roberto, ¡espectacular! De Pulitzer, vaya.
Escrito por Matallanas | 3:56 a. m. | Enlace permanente