FIRMA INVITADA. Rodolfo Chisleanschi (II)
POR RODOLFO CHISLEANSCHI
Veo el reportaje-entrevista que gentilmente el ya ex presidente Florentino Pérez concede en Real Madrid TV a los directores de Marca, Manuel Saucedo, y As, Alfredo Relaño, y se me mezclan las sensaciones. Por un lado, me invade cierta vergüenza al comprobar el grado de vasallaje que los grandes diarios de Madrid rinden al club más rico del mundo, al permitir que este convierta con total impunidad a sus máximos responsables en avalistas de todos los logros que, según va desgranando la voz oficial del florentinismo, ha cosechado el presidente saliente durante su gestión. Por otro, me indigna la medida “dureza” con la que ambos directores plantean sus preguntas, no se sabe si porque le siguen temiendo o porque ya van temiendo por anticipado al nuevo ocupante del sillón blanco a quien imaginan sentado frente al televisor. Florentino regatea alguna cuestión espinosa con la vieja argucia de no responder exactamente lo que se le interroga y nadie apela a la memoria para recordarle la cuestión que se le estaba inquiriendo dos minutos antes. O peor aún, falta a la verdad sin ponerse colorado cuando niega su influencia en las alineaciones del equipo, o cuando afirma que nunca recibió llamadas telefónicas de los jugadores, y ninguno de los presentes, aun sabiendo que eso no es cierto, le desmiente con datos.
Y por fin, me resulta poco convincente el constructor Pérez. Habilidoso y sabiendo de antemano que juega de local (no sólo por estar en el Bernabéu) y con el moderador de su lado, intenta mostrarse sereno, amable, casi paternal. Pero la hiel se le escapa por los poros cuando le recuerda a Saucedo algunas columnas de Marca que criticaron en su día el fichaje de Zidane. Es en ese preciso instante cuando toda su preparada defensa se desarma y resulta mucho más creíble en sus quejas por las actitudes de los futbolistas del equipo (“se confundieron, perdieron la ambición, creyeron que tenían el puesto asegurado”) que en el reconocimiento de su parte de culpa en dichos comportamientos. Y entonces, la conclusión surge evidente: es muy posible que haya una dosis de certidumbre cuando Florentino dice que se va por desencanto y sensación de incapacidad para torcer el rumbo deportivo de su club; pero sobre todo, Florentino huye en medio de la tormenta porque su capacidad de frustración es mínima. Intuye que nada puede frenar el derrumbe en lo que queda de temporada, sabe que puede entrar en la Historia como el primer presidente del Madrid en medio siglo que no gana ningún título durante tres años consecutivos, y no soporta cargar con la mochila de perdedor ni escuchar la reprobación del Bernabéu en cualquier partido de aquí hasta mayo.
La soberbia no se pierde de la noche a la mañana ni se arruga por un aguacero en Mallorca; como mucho puede disfrazarse, que por algo estamos en Carnaval. Es una pena que los directores de los diarios deportivos más importantes de este país hayan perdido la oportunidad de espiar lo que se escondía debajo del antifaz.
Escrito por Matallanas | 2:39 p. m. | Enlace permanente