El Rincón de Judas
EL DERBI
Por Antonio Sanz
El Atleti no ganó por pegada. El Madrid perdió el escaso rumbo y el nulo crédito que le mantiene. Los impulsos se pagan y sólo las ‘patadas’ a Guti aúnan al madridismo. ¡Qué pena! Pero qué lástima cuando se reivindica un juego vacío, sin dirección, ciego, oscuro, intermitente, sin corazón… el juego del Madrid de Capello.
Los que están próximos al entrenador italiano hablan de un técnico robusto y fuerte. Excelso. Hasta soberbio en ocasiones. No me dicen lo que aprecio. Su nerviosismo. Sí, está tenso. Tenso porque no encuentra la tecla. Tenso porque recuela en sus planteamientos: Guti era carne de banquillo, hoy es intocable; Cassano marcaba la diferencia, hoy es carne de banquillo; Reyes no contaba, hoy es incontestable; Emerson era su sombra en el campo, hoy es su penitencia; Cannavaro era su escudo, hoy es su cruz; Casillas le generaba dudas, hoy es su salvador; Diarra era… qué se yo. Así las cosas, el Atleti se dio un baño en el Bernabéu. Gastó todo el agua que dejó el Canal, pero no fue capaz de colocar el tapón en una de la dos ocasiones de que dispuso el once del triunfador técnico transalpino.
A los de Aguirre les faltó sentenciar. Durante treinta y cinco minutos el Madrid no sabía dónde estaba el balón. La presión en el área contraria que realizó el Atleti desnudó la creación blanca. Pero no olvidemos que el Madrid tiene más pegada. Se llevó un punto gastando el cincuenta por ciento de las balas del tambor de su revolver. Demasiado premio. Pero luego, el Atleti no supo leer el partido al quedarse en superioridad. Demasiado toque y escasa profundidad por banda. Quizá por ahí estaba el martillo para derribar el muro. Y el muro, no cayó. Capello lo quiso tirar en la rueda de Prensa. ¿Cómo? Tildó de tramposo a Torres. Tramposo llamó a quien se llevó un manotazo en la cara. Tramposo para la sospecha de quien trató de desviar la atención de un empate que al madridismo le sabe a victoria. Tramposo para quien ha cruzado la frontera con el pañuelo en el rostro… Porque trampas son las que su gloriosa Juve ha cometido. O al menos así han fallado los tribunales italianos. No nos engañemos. El ‘gran’ Capello no habría entrenado nuevamente al Madrid si la poderosa Juve no estuviera moviendo su esqueleto por la Serie ‘B’ del Calcio.
Un último apunte. Me cae bien Raúl. Por tres motivos: nació atlético –que no es fácil-, creció atlético –que aún es más difícil- y porque es un gran deportista. Pero ha perdido una oportunidad histórica para quedar por encima de Luis Aragonés. No me gustó cómo celebró el empate. No recuerdo a un Raúl tan déspota sobre el terreno de juego. El, que es grande, podría haber mantenido ese discurso que leímos en sus medios oficiales (Efe y Real Madrid.com). Ahora, no sé si creerme que, de verdad, es el hincha número doce de España.
PELEA EN LOS MEDIOS
Los dos bandos. Las dos ópticas. La botella medio llena o medio vacía. Las dos orillas. Las dos aceras. Luis o Raúl. ¿Dónde habita la verdad? ¿Dónde está la objetividad que tan alto pregonaban en la histórica Complutense? No es fácil acertar cuando los lazos de amistad están por delante de los profesionales. Luís cuenta con una legión de defensores, pero Raúl también. Los que desde la acera del ‘7’ blanco proclaman justicia, son los mismos que –casualmente- atacan al seleccionador. Desde la acera del ‘Sabio’ se es más benevolente con el madridista, creo. Al final, la historia se repite. ¿Se acuerdan? Caín y Abel, Jesús y Judas, David y Goliat… ¡Que alguien pare el diluvio!
VAMOS DARIO
Conocí a Silva en Málaga. Arrancaba la primavera del 2000 cuando, profesionalmente, juntaba letras en la Costa del Sol y empezó a sonar su nombre en mi cabeza. Me hablaban, y no paraban, de un delantero uruguayo que era una mina dentro del campo… y más fuera. Cuando estábamos tiesos –es el argot cuando no tienes nada que llevarte a la boca, es decir, sumas cero para rellenar una página-, me comentaban mis compañeros que había que buscar a Darío Silva. Y no fallaba. Cada día que le llamábamos caía un titular. Nunca defraudaba. Nunca te dejaba estéril. Siempre salvaba la ‘tapa’. Me dejó seco la noticia de su accidente. ¡Vamos Darío! Poco más puedo decir. Un apunte más. Vaya susto lo de Gabi. Será por mi experiencia, pero no me fiaba de lo que escuché en la radio. Afortunadamente, me apunté al susto.
DALE MONCHO
El último apunte se lo dedico a mi colega. La semana ha sido de aúpa. Reconozco que le vi entero en el hospital después de que me abrumó la noticia. El tendón se recuperará, mientras reflexiona en Galicia. Para nosotros queda la noche de Fremap. De lo que estoy seguro es que en esa madrugada creció la amistad.
Escrito por Antonio Sanz | 7:43 p. m. | Enlace permanente