Cholo Simeone: "En la vida hay que creer, nunca hay que dejar de creer"
Había hecho Palermo el 1-0 y sobre el fondo norte del José Amalfitani de Liniers, sobre la popular donde se agolpaban ilusionados los seguidores de Estudiantes, los hinchas del Pincha apareció el Arco Iris. Fue el presagio de la remontada, fue el anuncio de la victoria del débil. Luego llegó el gol de Sosa de falta y el vuelco al marcador con el gol de Pavone, que tenía que marcar, que lo había buscado. Entre medias, el árbitro había expulsado a Ledesma, de Boca, y a Alvarez, de Estudiantes, en una doble expulsión que le benefició al equipo del Cholo. Palermo se había encarado con los hinchas de Estudiantes cuando le silbaron. Martín no celebró su gol porque es Pincha, pero cuando le silbaban se encaró con ellos diciéndoles: "¿Pero que queréis que haga si juego para Boca?". La Brujita Verón también le machacó psicológicamente. Palermo le decía: "Pero Sebastián, ¡si tu también has defendido la camiseta de Boca! ¿Por qué me estás cargando?"
Simeone había iniciado la guerra psicológica nada más llegar al vestuario visitante del campo de Vélez. Repartió a todos los jugadores la fotocopia de unas declaraciones de La Volpe, entrenador de Boca. "No es lo mismo llegar de atrás que jugar una final". Cuenta Clarín que así "el Cholo despertó a los suyos. Les dijo: "Ven, esto piensan de nosotros, ¿Qué vamos a hacer con esto?". También aseguran los mejor informados de las entrañas de Estudiantes que el brujo que ya había trabajado para el Pincha, un tipo que vive en el Barrio Norte de La Plata y cobra bastantes dólares por su trabajo, se pasó ayer por el estadio José Amalfitani y 'mágicamente' apareció sal, esta vez en el banquillo que ocupó Ricardo La Volpe. Este mentalista fue el mismo, dicen, que pasó por los pasillos del tunel de vestuarios de La Bombonera el pasado domingo, cuando el Bombonerazo de Lanús, donde también apareció sal.
Pero el brujo de La Plata no fue el que ganó la gran final. No fue el que hizo campeón a Estudiantes un título 23 años después. La ganó el Cholo y Verón, el tanque Pavone y el juego colectivo, un equipo que tuvo fe en sus posibilidades, que siguió la máxima que proclamó el Cholo antes de dar la vuelta olímpica micrófono en ristre: "Esta victoria demuestra que en la vida siempre hay que creer, nunca hay que dejar de creer".
Fue justo después de estas emotivas y emocionantes palabras de Simeone cuando le seguí, estaba rodeado de decenas de periodistas, le llamé se dio la vuelta y nos fundimos en un abrazo intenso. Impresionante. Conmigo venía Verónica Brunati, la corresponsal de Marca en Argentina, y también la abrazó eufórico. A partir de ahí me dediqué a marcarle. Quedaban 20 minutos para que empezara El Tirachinas, tenía que abrir con el en directo, si se acababa la fiesta y se iba para el vestuario y no me podía colar, me lo 'comía', y no podía fallar. A Cholo le cogieron a hombros y le llevaron a la popular de Estudiantes, cada tres minutos hacía un corrillo y contestaba preguntas a los periodistas. Llegaron al césped sus dos hijos mayores y se fue con ellos a dar la vuelta olímpica. Luego, pidió que le trajeran a su hijo pequeño. Me decía a mi que le fuera a buscar, finalmente apareció y se hizo foto con los tres sobre el césped. El padre de Verón, la Bruja, otro pedazo de futbolista también ídolo de Estudiantes como su hijo, fue a felicitarle.
El Cholo se fue con sus tres hijos para el vestuario y yo me metí haciendo de guardaespaldas. "Te tengo que meter al aire en cinco minutos", le dije. "Sí, tranquilo, no tengas problemas, no te separes de mí". Me llamó Pilar Casado y la cobertura era muy, muy justita. Se podía cortar. "Cholo, vamos a salirnos un poco hacía la salida del tunel que no tengo cobertura". Se desplazó conmigo, con sus tres pibes siempre a su vera, y le di paso en El Tirachinas. Antes de pasárselo a Abellán, le hice una pregunta: "¿Cuándo vas a volver al Atlético de entrenador para hacerle de nuevo campeón?" Se sonrió, mostrando su ilusión. Abellán le cruzó con Cerezo y el Cholo le dijo: "No olvides lo que me dijiste, Enrique". Y será entrenador del Atlético. Seguro.
Con el objetivo cumplido, repasé lo que había sido el partido, un montón de sensaciones. Esa hinchada de Boca que no para ni un minuto de cantar, que acabó aplaudiendo a los aficionados de Estudiantes, en un hecho sin precendetes en el fútbol argentino. Ese aficionado, Hernán, que se pone la camiseta rojiblanca del Aleti para seguir a su Estudiantes. Ese momento 'friki' con el Bambino Vieira y sus incalificables gafas. Esa pancarta a pie de césped pidiendo la aparición "con vida" de un testigo en el juicio a un torturador de la etapa de los 'milicos' al que han desaparecido hace un mes para que no testifique contra ese ser inhumano. Ese relator que estaba en el pupitre de al lado mío, con esas poderosas gafas 'bifocales' (una de las fotos que ilustra estas líneas). Ese Arco Iris premonitorio. Ese Aleti sufriendo en el Ciudad de Valencia, con la permanente y completísima información, vía SMS, de Anto. También se me vino a la cabeza la tensión con la que Maradona vivía la final. El Pelusa estaba en un palco a diez metros de la tribuna de prensa, luego se cambió y en ese palco se puso Macri, el dueño de Boca, que cuando pitó el árbitro se fue 'escopetado'. Mientras desfilaban por El Tirachinas Víctor Hugo Morales, Rubén Cano, el Kun, Frescó, resonaban en mi cabeza las palabras del Cholo: "En la vida hay que creer, nunca hay que dejar de creer", ese Resistiré que siempre nos acompaña. Hice mi crónica de cierre, casi se me quebró la voz de la emoción y me fui al vestuario de Estudiantes.
En el vestuario, la Brujita, en calzoncillos como todos sus compañeros, era el más requerido. La Copa estaba en una mesa rodeada de tres vírgenes, entre ellas una réplica de la Virgen de Luján que llevaba la selección argentina en México 86. Igual que me había hecho una foto con el Cholo a pie de césped, no me resistí a hacerme una foto con la copa que acredita como campeón del Torneo Apertura 2006. Hablé con el Profe Ortega, que fue preparador físico con Marcos Alonso en el Atlético, y luego le recuperó Toni Muñoz (¡grande Cuco!) en la etapa de Manzano. En España le menospreciaron porque no se podía convalidar su título (algo parecido a la de Pekerman como técnico), pero no guarda rencor y volverá al Atlético de la mano del Cholo. El Cholo, siempre con sus hijos a su vera, estaba sentado en un banco, con el mismo traje que ha usado todo el campeonato, atendiendo a los periodistas.
Salí con él del vestuario. "Llámame, mañana por la tarde nos vemos, que antes del partido no te podía dar pelota". Luego le iré a ver. Luego me fui a cenar a Puerto Madero con Verónica y su novio, que es mi amgo Jorge López, el Topo, de Olé, con el Potro, ayudante de Setembrini y un gran pibe, y con Rubén Cano, por supuesto. Nos reímos, repasamos el partido, sople las velas de mi cumpleaños una semana antes, porque todo el mundo celebraba cumpleaños alrededor y los camareros montaban un numerito simpático.
Llegué al hotel, subí las fotos (ya no me deja el sistema subir más y los compañeros de Marca se quedan con las ganas de ver la cara a Verónica) y me fui a dormir porque estaba destrozado. Desayuné hace un rato y me puse a escribir. Esta noche iré a ver a Pancho Varona y los músicos de Sabina, que siguen su gira paralela a la de Joaquín. Con Sabina hacen 'Carretera y top manta' y ellos se desmarcan en baretos con su "Karaoke y top colcha" y tocan en Buenos Aires y como no puedo ir el sábado a La Bombonera... Y ahora a ver si hago unas compritas. Pero no me quiero poner que me conozco. Me han encargado hasta carne envasada al vacío. ¡Qué locura!
"Hay que creer. En la vida siempre hay que creer". Fue impresionante. Un día histórico. ¡Se os quiere!
Escrito por Matallanas | 4:29 p. m. | Enlace permanente