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domingo, marzo 15, 2009

En Anfield siempre se puede (Por Antonio Sanz)

EL RINCÓN DE JUDAS. ARTÍCULO PUBLICADO EN PÚBLICO


Por Antonio Sanz

Existe una liturgia en Anfield que sentencia que ‘siempre se puede’. Así lo expresa la grada ‘Kop’ con una bandera con la imagen de Benítez y esta leyenda escrita en castellano. En Liverpool, casi todo lo místico se atribuye a Shankly, aunque con debate: los puristas del club le dan tanta o más trascendencia a Paisley en la resurrección ‘red’, quien consiguió alimentar la historia también desde el banquillo. Los del consenso explican que el primero abrió el melón en Inglaterra para que el segundo se lo comiera en Europa. Pero el ‘siempre se puede’ se remonta a un ruego de Benítez. Sucedió en el descanso de la disparatada final de Copa de Europa entre Liverpool y Milan en Estambul. En su entonces paupérrimo inglés, acertó a contagiar al grupo con esta expresión tan coloquial como eficaz: logró que penetrara en el corazón y calara en el cerebro de aquellos jugadores que vieron reflotar su esperanza gracias a una masa de seguidores que entonaba sin cesar el nunca caminarás solo.

Se esperaba con impaciencia el desenlace de la eliminatoria entre el Liverpool y el Real. Demasiados caminos encontrados entre los protagonistas con ruidoso pasado entrelazado y emotivo presente divergente. Se une al cocktail latino, que no anglosajón, alguna provocación, tan pueril como inexperta, lanzada desde la presidencia blanca. Tras la ida, buena parte del Periodismo se cebó con el “juego mezquino” que los ‘reds’ plasmaron en el Bernabéu. La faja táctica con que actuaron en Madrid alentó la consigna de remontar en la vuelta con descaro y alegría. La victoria era posible y, desprestigiando, enarbolaban a las masas. No importaba ningunear el momento del adversario o mofarse de su historia. Incluso, desde el staff técnico blanco no escatimaron recursos. Marcos Álvarez, ayudante del entrenador, declaró en El Mundo que “la ida se desarrolló como si enfrente estuviera un equipo de Segunda, con todos sus jugadores por detrás de la pelota”. Alguien decidió colocar, una hora antes del partido, este recorte periodístico en la pizarra del vetusto vestuario principal de Anfield. Al lado, otra hoja refrendaba las declaraciones, pero éstas, escritas en inglés. En el Real Madrid desconocían que cada movimiento o cada vocablo, con tinte soberbio, era clavar un tenedor en el amor propio local. El esperable fútbol rácano de los ingleses era la última mentira contada. El acoso desde el minuto uno enmudeció a la corriente crítica. Lo de después está visto o contado. Pero me detengo en un detalle sorprendente, por novedoso. No es habitual encontrarte la imagen de un portero con los brazos cruzados sobre el campo. Casillas se pasó gran parte del segundo tiempo alternando los guantes entre dos posiciones: por delante sobre el esternón y por detrás sobre la rabadilla. Parecía explicar a los presentes que fuera de su área sólo veía escombro blanco. El Liverpool no perdonó la afrenta. Hacía veinte años que el Real Madrid no recibía un castigo tan cruel en Europa. El último databa de Milán (5-0). Aquel equipo de Sacchi -el ídolo de Benítez- dedicó la victoria a las víctimas ‘reds’ fallecidas en la tragedia de Hillsborough. Era la solidaridad del fútbol que nunca faltará con quien siempre respeta.

P.D. Riquelme es el primero en desmarcarse públicamente de Maradona. La lista de desairados no ha hecho más que empezar a escribirse.


Escrito por Matallanas | 5:02 p. m. | Enlace permanente

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