Guardiola y su último mandamiento (Por Antonio Sanz)
El Rincón de Judas. Artículo publicado en Público
Por Antonio Sanz
“Si perdemos nos darán de hostias”. Y empató. Es Guardiola en estado puro. Es el entrenador del Barcelona tras la primera derrota de la temporada ante el Numancia en la rueda de Prensa previa al estreno en casa ante el Racing. Casi doscientos días después, el debate nace porque las escopetas esperan al técnico. Y claro, el mes siniestro, con cinco partidos consecutivos sin ganar -estas líneas están escritas sin conocer el resultado ante el Athletic- permiten especular la inexperiencia del ‘mister’, a quien catalogan de determinante para no admitir el desenlace de empates y derrotas.
Especulan del mejor alumno de Johan Cruyff que no superará la primera gran crisis de resultados. Pero Pep ya tiene las claves que conducen al error. La primera es tan evidente como clara la transmite al vestuario: “Hemos dejado de jugar el partido en terreno del rival. Así estamos condicionando el ritmo de salida del balón”. Es decir, que si los centrocampistas no brillan y retienen y tocan más de la cuenta el cuero, los espacios desaparecen y las tinieblas ensombrecen a quienes engalanaban el fútbol moderno. Por aquí arranca el devenir de un Barcelona que es acosado por una racha increíble del Real Madrid. Porque lo normal era que el Barça fallara en algún tramo de la temporada, mientras que anormal -por inesperado- es la decena de victorias cosechadas por los blancos, algo que no alcanzaban desde los tiempos de Luis Molowny. Por todo esto, Guardiola, tan elogiado antes, es denostado ahora. El técnico catalán se refugia en su gente y arropa al grupo. El movimiento es claro: diálogo con los jugadores, alejarlos de la presión mediática y arrinconar los gestos de quienes puedan sentirse incómodos. El entrenador, por eso, sacude como puede las intenciones de futuro de Etoo. Es el grano que ha provocado el único desencuentro con la plantilla. Pero parece controlado. Por aquí nace la grieta que permite perder agua al barcelonismo. Mientras las críticas arrecian a Valdés, surge Pinto. Su batalla ganada a Martí en Mallorca permite al Barcelona acceder a la primera final nacional cuando más lo necesitaba. Desde entonces los mandamientos de Guardiola a los jugadores son constantes: se trata de ser solidarios en el terreno de juego porque con unión y sacrificio será un conjunto más sólido y menos previsible. Además, busca aislar el entorno y transmitir que sólo ellos son capaces de salir adelante y domesticar la presión que ahora mismo presenta la tabla de clasificación. Destierra halagos y euforia y no se cansa de contar lo que para él es el último mandamiento de su filosofía: se aprende más en el dolor que en el placer. Por este punto transpira el éxito y el convencimiento del entrenador de que saldrán adelante. Tras el cúmulo de éxitos y el desencuentro en tardes oscuras como ante el Espanyol o el Atlético de Madrid florecerá un nuevo Barcelona capaz de sobreponerse a los últimos desatinos. Como también decía Cruyff, aparecerán las estrellas individuales para evitar el marrón al colectivo. Siempre quedará Messi y siempre resistirá Guardiola. Quien fue grande como jugador lo es también como entrenador. La personalidad no se entierra y el Barcelona encontró mandamás por varias temporadas. No será vitalicio, pero el presente no admite discusión.
Escrito por Matallanas | 7:17 p. m. | Enlace permanente