mata-dor. columna publicada hoy en marca

Siempre que un futbolista es sustituido se mosquea. Es lógico. Cuando el entrenador decide quitarte en mitad de un Atleti-Barça de los que hacen afición, pues es normal que te rebotes. Pero si eres el capitán del Atlético debes tener un respeto al brazalete que llevas en el antebrazo. Maxi Rodríguez escenificó un enfado que, por más lógico que sea y por más que estés a mil pulsaciones, debería haber disimulado un poquito. En su búsqueda a Antonio López para pasarle el distintivo de capitán, tiró la cinta al suelo al pasársela al canterazo. Y luego pasó de tenderle la mano a Abel cuando se metía en el banquillo. El capitán debe dar ejemplo y Maxi no lo hizo. Otra cosa sería recordar porque lleva el brazalete Maxi.

El Atlético rebobinó 15 años en su historia para ganar un partido de ida y vuelta, de poco rigor táctico, uno de esos grandes Atleti-Barça de siempre, que entusiasman al aficionado al fútbol en general. Remontó y dejó tocado al líder. Un triunfo que era vital para su aspiración y obligación de estar en la Champions Legue cada temporada. Una victoria que refuerza la autoestima de los atléticos y que provoca que el vestuario se convenza de que el sábado puede ganar en el Bernabéu después de once años sin lograr un triunfo en casa del eterno rival. Una victoria épica y balsámica que debe servir para unir un vestuario que no acababa de cicatrizar sus heridas tras la destitución de Javier Aguirre.

Abel no se merece ser un parche. No debe mirar al pasado para justificar que le está costando implantar su idea. En las dos últimas temporadas el equipo cumplió, justito, los objetivos, pero quizás no entrenó como debía y ahora lo nota. Abel debe conseguir el máximo de un vestuario en el que a algunos les está costando creer en él. Pero los atléticos si creen en su técnico. Por su Sentimiento Atlético y porque sabe lo que es ganar en el Bernabéu de rojiblanco. Y lo quiere repetir el próximo sábado. Con Maxi o sin Maxi.