el arquero. artículo publicado en la razón

Por Kiko Narváez

Me dicen que a Rafa Benítez le estuvieron sonando los oídos durante todo el jueves pasado. No hubo rincón en España en que no saliese su nombre a relucir. Reflexiones y análisis de todos los colores, desde tacaño a rácano, pasando por profesor o genio. En lo que no hizo falta referéndum fue en la lealtad, fidelidad y sinceridad del juego propuesto por Rafa. El míster del Liverpool no engaña a nadie. Año tras año ficha a futbolistas sabiendo que, tras pasar por su exprimidor, el juego conseguido será el deseado. Y son pocos los que dejan la incómoda pulpa que atragante a Benítez. En el Santiago Bernabéu demostró de nuevo cómo conseguir su objetivo sin ponerle los cuernos a su libreta. Él, mejor que nadie, se mueve en partidos de 180 minutos. El Real Madrid asumió desde el principio que el escenario y las fichas eran de su gusto, consiguiendo equilibrar la partida durante el primer tiempo. Tras el descanso, con la entrada de Guti, Juande dio un puñetazo al tablero descolocando sus peones. Mientras las rojas, pegadas, ni se inmutaron, siguiendo a lo suyo.

No dejo de reconocer que no me divierto viendo la propuesta de Benítez, pero admiro su poder de convicción para cosechar grandes resultados. La impaciencia de los presidentes llena las gradas de entrenadores valientes, mientras Rafa sigue trabajando desde su laboratorio. Muchos ponen en cuarentena su capacidad para adaptarse a las exigencias del aficionado madridista. Yo no tengo dudas de que Lord Benítez se sacaría una fórmula que contentase al público del Bernabéu y, aparte de luchar por la «Champions», poder ganar la Liga. Esta conclusión suelo sacarla de gentes actuales e inteligentes.