Que nadie pinche el globo (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público
Por Antonio Sanz
El antes, la deseada victoria ante Italia. El después, la inesperada derrota ante Estados Unidos. Sin lugar a una espiral de estridencias. Con firmeza y normalidad. Sin voces que excusen la pérdida. Con el orgullo en el infierno pero la cabeza al cielo. Sin escenas dramáticas. Con una explicación razonable. España, nuestra selección de fútbol, se ha hecho mayor. Este grupo se ha ganado crédito, mucho crédito. Merece seguir arropado porque una mala noche…la tiene cualquiera. Y a Del Bosque no le estalló la bomba en las manos. El, mejor que nadie, manejaba el grado de dificultad de alcanzar la final.
Cuando Pepe Reina abanderó la porra -el juego de apuestas en el que participan prácticamente todos nuestros internacionales-, sólo un apostante metió sus euros en una extraña semifinal: España-Estados Unidos. El ganador, Vicente, era consciente de lo arriesgado de su porfía. El escribano, Pepe, se sorprendía. El y todos. El mister daba chance a los ‘yankees’, antes que a Italia y antes que a Egipto, para quienes presumían del factor sorpresa. Pausado, reflexivo, como quien representa con serenidad el papel de excelente actor secundario en la escena, el técnico se metió la pasta en el bolsillo. Pero no iba de farol. A sus ayudantes les había avisado de la peligrosa empresa. Para sobrecogerse un poco más, la caída del sol nos dejó una noche roma, obtusa. Tanto que provocó un acceso al vestuario, silencioso. En el interior, el romper del agua contra el suelo de la ducha, se prestaba como el único sonido. El paso del segundero dio comienzo a que los jugadores se cruzasen las primeras frases, posteriormente reveladas en las charlas con los medios de comunicación: “habríamos ganado nueve de diez”, apeló Casillas. “No somos invencibles, pero es que todo fue adverso”, matizó Puyol. El sentimiento en la caseta se resumía con presteza: “ellos aprovecharon las ocasiones que tuvieron, provocadas por dos cagadas defensivas… y nosotros fallamos, increíblemente, como escopetas de feria”. La falta de puntería frenó en seco una racha inmejorable y colocó la primera piedra en el camino del seleccionador. El día siguiente sumó, para algunos, más de veinticuatro horas. Con escaso descanso sobre la almohada, Vicente reunió a sus colaboradores y, juntos visionaron el encuentro en los primeros albores de la jornada. Luego, algunos futbolistas forzaron la terapia para observar televisivamente un resumen, combinando lo mejor con las acciones que nos enterraron. Estamos hoy en la búsqueda de acortar tiempos para demostrar que la noche del sueño americano ha sido un accidente.
Y claro, reaparecen los francotiradores. Los que apostados o amagados reviven el error de no renovar a Luis. O los que lamentan que nuestro fútbol dejara los pañales en Viena. O los que no pueden vivir sin el espíritu cainita del rencor. O los que, tristes, aplauden el fracaso ajeno. Están todos más uno: el extraño que se cuela en todas las fiestas. El prudente y excelso Valdano pasa factura como si habitara en el barrio bajo de la ciudad. La cáscara de plátano colocada estratégicamente en el pie de Del Bosque hizo efecto. A la primera le marca el territorio: no hables más del Real Madrid. Es lo que tiene la libertad de expresión, tan mal entendida por quienes viven de la palabra.
Escrito por Matallanas | 5:32 p. m. | Enlace permanente