artículo publicado hoy en MARCA

En los últimos años se ha popularizado el anglicismo mobbing que describe el acoso laboral y psicológico al trabajador, la discriminación y presión en su puesto de trabajo al empleado por parte de la empresa representada por un superior al currito que tiene como finalidad echar al trabajador.

Por aquello de que los futbolistas son trabajadores que ganan mucho más dinero que el salario medio de cualquier país, parece que no pueden ser víctimas de acoso laboral. Y cuando lo sufren no se da importancia porque “¡cómo ganan mucha pasta!”

Y que sus remuneraciones sean millonarias no impide que no tengan los mismos derechos que el resto de los trabajadores. En España, la Asociación de Fútbolistas Españoles, el sindicato de jugadores presidido por Gerardo González Movilla, también presidente del sindicato mundial, protege con gran eficacia los derechos de los futbolistas.

Pero en el caso del mobbing a futbolistas no suele haber denuncias porque se entiende que va dentro de juego: el club presiona al jugador para que se vaya igual que el futbolista presiona a su equipo cuando se quiere marchar.

Y en ese juego no vale todo. Porque quitar el dorsal en partidos de pretemporada para meter presión es algo menor comparado a quitar hasta la taquilla a los futbolistas que es como quitar la silla, la mesa y el ordenador a un oficinista.

Se puede considerar que lo que está haciendo el Real Madrid con Wesley Sneijder y con Miguel Torres es mobbing. Son órdenes de un director general, pero el entrenador está saliendo muy mal parado de cara a la plantilla por tragar y tragar y no defender a sus futbolistas.

Seguro que hay casos de mobbing en más equipos, pero la trascendencia mediática y la grandeza del Real Madrid provoca que deba ser criticadas con dureza esta práctica en el club de Concha Espina. Porque el fin no justifica los medios. Y mucho menos en el Real Madrid.