Esperando al debut de Kaká (Por Alfredo Duro)
¿OS SUENA?
Por Alfredo Duro
Entiendo que será hoy. Supongo que, para esta tarde, tanto Kaká como los responsables del fichaje de Kaká, habrán entendido que ya no hay más tiempo para engaños y trampas. El engaño, por ejemplo, de hacernos creer que lo de Kaká es nuevo. Que lleva años y años acumulando balones de oro y copas de Europa. Pues no. En realidad lleva un par de temporadas, las dos últimas, siendo algo muy parecido a un testigo de privilegio en el decepcionante rendimiento del Milan mas decrépito de todos los tiempos. Y la trampa, por supuesto, de hacernos creer que el propio Kaká ha acabado siendo víctima de no sé bien que tipo de confusión futbolística que no ha sabido entenderle. Incluso, de ser la víctima favorita de la rémora que Raúl y sus limitaciones han aportado en el teórico estado de ansiedad en el que, supuestamente, se sigue maldesenvolviendo el mismo Kaká. ¡Alucinante!
La realidad, dura y cruel, es la que nos ha mostrado a un Kaká encogido y sin liderazgo alguno. Justo lo contrario del rol que tan a la perfección ha asumido desde el primer momento Cristiano Ronaldo. Mientras el portugués busca, casi desesperadamente, el peso del estrellato, el brasileño intenta eludirlo para refugiarse en el anonimato del vestuario. Ocurre que ese mismo vestuario está enormemente necesitado de las indiscutibles virtudes futbolísticas que nadie le niega a Kaká. Por ejemplo aquel Kaká imperial que tuvimos oportunidad de disfrutar con motivo de la semifinal de la Champions League entre Milan y Manchester United, el Manchester de CR9, en mayo de 2007. Aquel día, en Old Trafford, el brasileño nos regaló un momento de magia inolvidable, dejando sentados en la misma jugada a Heinze, Fletcher y Brown, consiguiendo ante Van der Saar uno de los mejores goles de su carrera. Un gol que acabó teniendo una importancia vital en la consecución de la Copa de Europa para el Milan y del Balón de Oro para Kaká. A ese Kaká me refiero.
Si algo le pido a Kaká, como a Cristiano, a Messi y a todos los grandes, es que sea capaz de ejercer algún tipo de influencia en el fútbol de su equipo. Con su juego, con sus goles, con su intimidación, con su fuerza, con su inteligencia, con su regularidad, con su velocidad, con su desborde, con su sacrificio, con algo verdaderamente trascendente en el juego. Y eso es lo que no ha sido capaz aún Kaká de ejercer ni desarrollar con la camiseta del Real Madrid. Ocurre que, como todos los grandes jugadores, Kaká no distingue de momentos ni escenarios, y por tanto, el Camp Nou y el actual Barcelona se prestan igual de bien que aquél Manchester United para que la figura de Kaká se convierta en lo que el madridismo espera y necesita. Yo también.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 10:21 a. m. | Enlace permanente