La sonrisa de Milito (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público
Por Antonio Sanz
Maradona fue un tramposo, pero nos descojonamos. Había cruzado el Atlántico para ser el mejor porque con un balón demostró que era incontestable. El Diego humilló a Inglaterra. Lo consiguió con algo que llegó hasta los cielos. Era la ecuación perfecta: quien inventó este deporte era robado ante los ojos del mundo. Hoy llega otra estúpida mano, la de Henry o la de Platini. Francia estará en Sudáfrica gracias al mamoneo que sigue existiendo en el ático del fútbol.
El balompié cuenta, sin embargo, con auténticos titanes que se niegan a rendirse. Pelean hasta la extenuación para disfrutar de un deporte que es un negocio y que mueve masas. El caso de Gaby Milito es un ejemplo de superación. El argentino volvió a jugar un partido esta semana después de casi seiscientos días. Su rodilla derecha, aquella que castigó el doctor Alfonso del Corral cuando pasó reconocimiento médico en el Real Madrid, no revive pese los esfuerzos del central argentino. Es difícil que volvamos a ver a Milito entre la élite del fútbol. Ni las sabias y expertas manos del doctor Ramón Cugat son suficientes para curarlo. La articulación, afligida al máximo, se resiente. En abril de 2001 pasaba en Buenos Aires por primera vez por el quirófano. Con los colores de Independiente, el ligamento cruzado anterior se desgarraba. Un par de años después no aprobaba la revisión en el Real Madrid. Antes, el Atlético de Madrid, en la persona de su entonces director deportivo Toni Muñoz, negoció para ficharlo. Como anécdota, el dirigente rojiblanco, en la reunión que mantuvo con los poseedores del pase de Milito, tuvo que añadir hasta seis sillas a su despacho para que todos pudieran sentarse. Cuando los números cuadraban, la tesorería atlética dijo: o Milito o Ibagaza. No había pasta para fichar a los dos. Entonces, se decidió firmar la cesión de Lequi mientras los numerosos dueños del jugador se sentaban esta vez ante Jorge Valdano en Concha Espina. Cuatro temporadas después salía de Zaragoza rumbo al Camp Nou en una apuesta segura tras disputar cerca de 40 encuentros oficiales por campaña. Incluso se vistió durante 42 partidos en su estreno como azulgrana. Al final de la misma llegó la segunda rotura del ligamento cruzado anterior de su inestable rodilla derecha.
En mayo de 2008, el argentino era operado de las dos articulaciones: se tuvo que abrir también la rodilla izquierda para extraer un trozo del tendón rotuliano con que reforzar a la compañera. Desde entonces, otra nueva incursión en el quirófano trece meses después, recuperación en las instalaciones de la Federación Argentina y horas y horas gastadas en el gimnasio del Barcelona. Varias son las personas que mantienen la fe en Milito: los médicos, los recuperadores, pero una por encima de todos, Pep Guardiola. El entrenador del Barça se dirige diariamente a interesase por el estado de salud de su jugador. Si la 2008/09 resultó gloriosa para ellos, el técnico era consciente de que uno de los suyos celebraba en silencio aquellos títulos. Esa soledad de Milito era compartida por quien mantiene que el zaguero es recuperable. Ese optimismo de Guardiola es la baza secreta que el futbolista guarda para volver a sentir. No lo tiene fácil, pero si aún no se ha rendido es porque el mister empuja en esa dirección. Con Pep, Gaby sí sonrie.
Escrito por Matallanas | 6:14 p. m. | Enlace permanente