La buena noche de los Des-Marcados
el butacón del garci
Por José Manuel García
Día 14 de noviembre. Día de reencuentro. Día de los amigos. De los colegas. De esos conciudadanos del corazón, que uno se tropieza en una esquina de alguna vez en tu existencia y se enganchan a tu vida para siempre. España le mete dos a la Argentina y tiro porque me toca. Hasta el momento, la jornada me iba ganando la partida por dura y frustrante. Por cierto, me debes un par papá del niño Navas. Salgo del Calderón vacío de pilas, con ganas de arañar Madrid y zafarme a vida o muerte con la almohada. A la salida me topo con Javi Matallanas. Mi gordo y su familia (Lucio: para ti tus huevos estrellados, que el cocido de Maribel y la sonrisa con tinto del Andrés son campeones) me llevaron por el callejón del diez y consiguieron que el cielo se hiciera azul por calle Toledo. Le digo a Javi: “Me tomaría tres tanques de mahous del tirón y sin respirar”. Y me sigue el juego. Llama a Anto. Judas está en el lugar exacto para que demos en el clavo. Y me entero que allí está Alonso, o sea Mike Hammer, es decir, cualquier personaje resolutivo de alguna novela de Dickens. Mike (o Alonso) es como la vida misma pero en el color que uno quiere que sea el cristal. Sumando Judas (o Anto), más Mike (o Alonso), además del Gordo (o Javi o Mata), cualquier cosa no puede ser mejor para acabar el día. Llego a esa casa que también es mía cantando. Y resulta que, además, me reciben M. A. Álvaro (ese sí que es un barrilete cómico: aprende D10s de mi amigo) y Sergio Barriocanal, que es luz de gas y maestro de Forges. Y Paloma, reina, zarina, hada buena, de una casa llena de lunas, estrellas, palmeras y risas. Javi y yo comemos como si fuera la última cena, y bebemos mahous como si fuéramos pozos con agujeros en el fondo, y nos reímos al son de una alegría inagotable. Y cantamos como el Orfeón donostiarra aquello de “Ar-gen-ti-na, Ar-gen-ti-na, sacudiendo las manos como plumones espantapolvos. ¡Qué noche la de aquella noche!
Consumimos las horas con la voracidad de los niños en un columpio, o la sed de los mayores/niños en un circuito choca-coches. Después de una frase hilarante, un canto desafinado y en do de pecho, recuerdos destornillados, deseos imposibles, la cuerda afinada de una guitarra de Sabina, el buceo caleidoscópico de don Andrés (Calamaro), nos tiramos de cabeza en el Caribe de Costa Rica y encontramos a un moreno llamado Larguito, que debe ser como Platón pero más sabio y mejor gente. Y descubrimos o confirmamos que Mike (Alonso o papá) tiene el corazón derretido por la niña Melaine, una brujita con ojos como los cocos maduros de Cahuita y la piel de los melocotones de Murcia.
Si le das rienda suelta al sentimiento llegas a ver un amanecer en la Concha o saboreas la espuma salada del rincón más gaditano y bello del mundo que es la Punta de San Felipe. Si le tiendes la mano a otra mano te encuentras con un corazón abierto en dos que te abraza. Si abrazas a un amigo te das cuenta, de verdad, qué significa tener un amigo. Si cantas con el alma y la oreja llorando, no te importe: Plácido Domingo, a tu vera, será siempre un fraude. No importa que Bustamante llore por el amor de una mujer o que Bisbal se estire los rizos. Nosotros hemos volado sin billete en un Boeing 747 llamado Amistad y hemos recordado a otra gente con el pasaporte caducado pero con el afecto al día.
Nos hemos dado cuenta que Marca siempre será para nosotros algo más que un club, algo más que un lugar de trabajo, mucho más que un grupo de gente conocida: fue un espacio abierto, donde los sentimientos se pusieron en orden y encontramos nuestro lugar exacto en la parrilla de salida. En ese sitio fuimos felices por un tiempo, justo lo suficiente para saber que la Felicidad existe y no es tan malo este planeta.
Puesto a decir, me encanta no ser perfecto y compartir la cantidad de errores con mis adorables amigos imperfectos. Te prometo Anto (o Judas o Busta o tío grande), que la próxima rondalla sabremos la letra si es que eso importa. Te prometo Gordo (o Javi o Mata o Spiderman de la noticia) que mañana trataré de ser mejor o peor o diferente, pero con la memoria suficiente para no olvidar de donde vengo y quién eres. Te prometo Mike que un día visitaré Cahuita y me tomaré una cerveza contigo mirando al océano y su sabiduría. Te digo a ti, mi Barrilete Cósmico (o Migue o Álvaro o caballero mudo), que tienes un don y no lo sabes: miras directamente al corazón y encuentras lo que todos pierden. Te digo a ti Sergio (o Barriocanal o Punzón atlético o mete-dedo-en-ojo o Flaco), que la distancia no es el olvido y que la esperanza tiene plomos imposibles de fundir.
Resulta que la noche se me hizo corta y me borró de un plumazo los vientos oscuros del cansancio. No me quería ir ni des-marcar. No me importó dormir el tiempo de un soplido. A la mañana siguiente, la tostada me supo a gloria y el AVE más que un F-1 de Fernando Alonso. Yo seguía rebobinando momentos de una noche de amigos, que nunca pudo ser mejor noche.
Riéndonos de los aburridos y estreñidos, de izquierda a derecha: M.A.Alvaro, el Garci (compartiendo butacón), Papá Alonso, Mata, Anto y Barriocanal (hombre-anuncio)
Escrito por Matallanas | 2:39 a. m. | Enlace permanente