Quique se pone el maillot de líder (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado ayer en público
Por Antonio Sanz
Enrique Cerezo se disfrazó de Gil. Del gran Gil. De aquel que rellenaba el aula sólo con su presencia y… con los lapiceros azules. Sí, Cerezo convocó al grupo en la misma sala de juntas que traiciona el recuerdo. Pregunto a un antiguo compañero de batallas si es cierto que rememoramos una escena que en los noventa contábamos como recurso. En la cita, Pitarch guarda silencio, delante de los principales, cuando es el gran responsable de que todos estén allí sentados. No se atreve a abrir la boca. Sólo asiente, cuando le conviene. Mientras, Cerezo recorre la escena admitiendo que el escudo salpica. Uno por uno pregunta qué pasa y qué solución encuentran a tanto mal. Es el primero en admitir que son los mismos que llegaron a lo más alto hace sólo unos meses. En el debate, no asume ningún error. Por eso, el técnico cambia los créditos y toma las riendas para ser protagonista cuando aparecen las primeras quejas de ausencia de compromiso. Por eso, confunde al grupo con el mensaje porque tal vez nunca nadie le explicó ni le contó lo que es la pasión de abril de 1903. Tal vez es inconsciente de lo que sucedió entonces. Tal vez es tan rudo como Pitarch.
Por eso, cuando un infante de la plantilla, De Gea, recrimina que falta un referente para el grupo, el entrenador se revela en su turno y replica en voz alta. Quique Sánchez Flores se condenó tras proclamar lo siguiente: “Qué nadie dude. El líder soy yo. En el vestuario no tenéis que buscar a nadie más…porque aquí soy la referencia”, repitió con ganas y con admiración propia. La misma señal que deja a los que no creemos en un técnico que puede ganar pero que siempre tocará la red en cuarta posición. Quique, con el maillot rojo de líder, llegó a la meta por descarte tras las negativas de Laudrup y Spalletti y por la falta de gallardía para nombrar a Pantic. Ser técnico mediático le permite refugiarse en la piel amarilla cuando pierde. Esta tocado, tan tocado que las bromas lo tambalean. La cruzada de amigos desplegada desde los medios lo tranquilizan. Pero las arrugas del traje no le creen. Es el mismo que quiso ganarse al grupo sentenciando con el verbo, nunca con la confianza. Es quien compadrea con Pitarch. Pero ganará porque nunca va desnudo. Por eso se viste de jefe delante del jefe.
El Atleti sufre mientras la clasificación lo tiene preso. Se hicieron mal las cosas desde el inicio. Abel renovó en la trastienda y se sentenció cuando extrañamente se entregó al ídolo caído: Forlán. Así, ni lo más cercanos reconocen al técnico que se traicionó a si mismo. Todo pasa por entregarse a los pies del ‘Kun’. Tal vez la pasión de abril lo retenga, pero está cansado. Tan cansado que hasta Quique se entrega a su suerte, pese a no ser capaz de cautivarlo. Dale Agüero. Dale porque te toca ser el salvavidas. El Chelsea toca la puerta. El Atleti cierra el futuro…inmediato. Entretanto, la cantera aparece como solución de emergencia. Recurren a Borja como antes hicieron con Torres. Al joven de Villaverde aún le queda mucho terreno por recorrer, pero sus ganas e ilusión harán que aporte más que aquellos compañeros que transitan en el campo de la desidia. Y el genio, llamado Pitarch, sigue buscando la lámpara. Pero, por favor, que alguien le diga que todo esto no es un cuento… ni de Navidad.
Escrito por Matallanas | 4:56 p. m. | Enlace permanente