Quique, un lugar entre las flores (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público
Por Antonio Sanz
Salgo de ‘La Roja’ en Pozuelo. En una reunión de amigos se debate sobre el Atlético de Madrid. Las luces eternas se cruzan con las sombras permanentes. Que si se funde al Barça cuando previamente te sacudió el Málaga. En el camino otra mala noche europea. Los culpables son los que se visten de corto, pero desde cerca creo que el entrenador de la plantilla lo hace cada día peor. Es el momento de opinar de quien considero el técnico del presente más protegido por los medios de comunicación. Quique es capaz de pactar con el diablo, mientras se fríe en el cielo. Llegó cerrando la gatera cuando Cerezo prometió a Pantic el banquillo. El presidente cambió de dirección para asumir que Sánchez Flores era el destinatario del correo. No le importó tirar a la basura a quien es gloria del escudo. Da lo mismo. Es saludable ovacionar a quien probablemente levantará la Copa del Rey. Pero yo no.
Quique es un entrenador con buena suerte. Lo digo con humildad porque ni un arañazo recorre su esfinge antes de las arrugas que ha provocado en su plantilla. Antes, humilló públicamente a quienes puso en el césped. Antes fue capaz de vestirse de jefe delante del jefe cuando el traje le quedaba largo. Antes presumió de proyecto cuando quiso liderar al grupo. La conclusión es que su equipo pisa fuerte en la final, se caga en la Liga y deambula en la Uefa. Entre tanto, cuando él veraneaba, el Atleti firmaba a Sergio Asenjo, un gran portero. En esas fechas, el cancerbero palentino despejaba ofertas. Tantas como los puñales que ahora le caen. El Real Madrid, sí el Real Madrid, también el Barcelona, sí el gran Barça, después el Valencia y más tarde el Villarreal apuraban el móvil de su agente. Al chico le daba igual. Entonces, el meta tenía decidido que su lugar estaba cerca del río. Los que mandan aturdían a quienes querían escucharlos. “Hemos fichado al mejor. Es nuestro”, decían con razón. El Atleti firmaba al más prometedor de los cancerberos del torneo. Y hoy es todo lo contrario. Asenjo duerme entre bambalinas y Quique lo utiliza desde la trastienda en el minuto setenta. ¿Por qué? Entre sus mejores decisiones aparece la de cargarse el fichaje estrella del año. Vamos que tira al contenedor ocho millones de euros. Son los de la cláusula más Diego Costa y un par de amistosos en Valladolid. La gente ya no tiene paciencia. Le culpan de todo y él está decidido a cambiar de aires. No comprende los motivos del tránsito: era el deseado y hoy, el pitado. En pretemporada, no hace tanto, la afición presumía de estrella. Sin embargo, nos encontramos a un mal suplente, un meta desmotivado y un arrepentido de la decisión tomada en primavera. Nadie es capaz ahora de echarle una mano. Lo han dejado solo, empezando por el técnico y acabando por la afición. Probablemente abandonará la entidad y será otro jugador más que se ha topado con el muro. La obligación del cuerpo técnico es recuperar al, decían, relevo de Iker. Desde luego que lo esperaba desde la sub-21. En este momento, De Gea lo ha adelantado. Gana el Atleti porque suma dos grandes antes de que uno vuele porque es difícil que convivan en el mismo corral. Asenjo apura entrenamientos sin fe. La misma que escapa desde la grada. Entre las flores que recibe Quique, ninguna expone la de arruinar el presente del portero.
Escrito por Matallanas | 4:52 p. m. | Enlace permanente