El orgasmo nacional (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público
Por Antonio Sanz
La mejor noticia que ha recibido el Atleti esta semana ha sido la negativa de Luis Aragonés a entrenar al Sevilla. La presencia del Sabio como inquilino del banquillo hispalense provocaba un tremendo dolor de cabeza en buena parte del ático del Manzanares. A nadie seducía este encuentro en la inédita final de Copa. Se conmemora pues el primer gol antes del derbi. Sí, ‘habemus clásico’, especialmente para una incipiente generación de jóvenes atléticos que no han celebrado nunca la victoria de su equipo ante el Madrid. En la retina, la fábula publicitaria de aquel chiquillo llamado Pepín que cuestionaba a su padre, confuso y silencioso, la fidelidad al escudo. Lejos queda la noche de octubre de 1999 cuando Hasselbaink y José Mari remontaron el gol de Morientes. Desde ese otoño no ha vuelto a sonreír un niño atlético tras visitar Chamartín. Superada la década, ese triunfo reportó la desgracia de cohabitar en el infierno: éxito y descenso, dura ironía.
Varias escenas remontan la memoria de estos duelos fratricidas. Desde los máximos goleadores con según que camiseta -Di Stéfano (13), Santillana (13) y Raúl (11) frente a Escudero (9), Campos (9) y Rubén Cano (7)- a los duelos dialécticos con que nos obsequiaban los fallecidos Mendoza y Gil. Entre los seis mejores anotadores de la historia del clásico madrileño aparece, como no, el ‘7’. Otra cruel ironía para quien creció vestido de rojiblanco para posteriormente masacrar a los colores de su infancia. Raúl se estrenó en su casa adoptiva anotando el primer gol en Primera ante el Atleti. Pasaron treinta y seis minutos. De los diez restantes queda el reivindicativo que dedicó a Luis tras el Mundial de Alemania y tras consumarse su ausencia de la roja. Pero un derbi soporta casi todo: la irrupción de Futre para marcar su único gol liguero al Madrid en un 0-4 en el estreno de Gil como presidente, Burgos parando con la nariz un penalti a Figo, Vieri fallándolo todo para acabar de Pichichi, un Cassano cargado de peso goleando por primera vez, el canterano Morales superando al récord guinnes Abel, Ronaldo anotando a los trece segundos, Albertini empatando en el descuento o Kun fallando un vaselina en el último minuto para sacarse la espina en la Liga siguiente a los pocos segundos del inicio.
El último jugador que ha marcado en territorio hostil acaba de iniciar un proceso de divorcio. Diego Forlán se siente decepcionado, minusvalorado, subestimado, desprotegido. La bota de oro ha cogido polvo y el poder de la memoria en el fútbol es efímero, pasajero. Dos aspectos han marcado el presente del goleador: la cacareada oferta formalizada por Florentino Pérez para firmar por el Real Madrid, que cautivó al uruguayo, y el alto grado de egoísmo que preside sus acciones y que ya no oculta ni disimula. Los pitos toman protagonismo en la grada, al tiempo que su futuro vislumbra cambios. Su ficha -cinco millones de euros por temporada-, tras la revisión de contrato en agosto cuando exigió ganar un euro más que Agüero, impide una frecuencia fácil de salida. Pero el club venderá barato para sacudirse al futbolista porque ni el Atleti quiere ya a Forlán, ni éste desea seguir ligado al rojiblanco. Pero por encima de todo, quedará la frase de Jesús Gil: “ganar en el Bernabéu provoca el orgasmo nacional”, casi na.
Escrito por Matallanas | 5:17 p. m. | Enlace permanente