Mourinho, la liga de Pellegrini y el Madrid (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
Florentino quiere a Mourinho, y lo quiere ya. Lo quería antes de la eliminatoria que enfrenta al Inter con el Barcelona, lo que significa que ese deseo no es producto de un repentino éxtasis como consecuencia del repaso táctico que Mourinho le ha estampado en pleno rostro a Guardiola y toda su “troupe”. Entre ellos, y de manera muy especial, la legión de “mamporreros” que han despreciado las posibilidades de Mourinho y su Inter por un simple y ridículo ejercicio de exhibicionismo estético en el que sólo parece tener cabida el Barça de Pep. La dura realidad de la vieja Copa de Europa es que, al igual que ya ocurriera el año pasado en las semifinales contra el Chelsea, estos partidos exigen mano firme, gente aguerrida y valiente, máxima entrega y un profundo conocimiento del juego propio y del rival. Todo eso es lo que ha demostrado Mourinho que es capaz de inculcarle a su equipo. Todo eso es lo que en Milan le faltó al Barcelona. Negar que el triunfo del Inter serviría para que el madridismo elevara a Mourinho a la categoría de héroe sería tan absurdo como negar que, a pesar del tres a uno, el Barça está aún en condiciones de llegar a la final. Pero mientras tanto, y a la espera de la vuelta en el Camp Nou, aquí manda Mourinho.
El que manda poco o nada, se ponga como se ponga, es Manuel Pellegrini. Por muchos números que se le ocurran, al técnico chileno le acompañará eternamente el fracaso tormentoso que en su camino blanco han representado Alcorcón y Olympique de Lyon. Ni tan siquiera el título de liga podría restañar la profunda brecha que existe entre Pellegrini y la cúpula del club. Su fantasmal relación con el presidente, reconocida por el propio Ingeniero, le deja en manos del poder que Valdano pueda ser capaz de ejercer para imponer su continuidad. Un poder que parece cada día más débil si de lo que se trata es de convencer a Florentino Pérez que sería un error no seguir confiando en el entrenador. ¿Cómo convencer a estas alturas al presidente de las virtudes estratégicas de Pellegrini si cada vez que el Real Madrid ha necesitado de estrategia ha acabado en la lona duramente golpeado por el contrario? Son precisamente la falta de respuestas tácticas las que han dejado al descubierto a Pellegrini. Hacer responsable al entrenador de la resistencia liguera que mantiene al Madrid en pie es pura demagogia. La historia no engaña.
Y es la historia la que se encarga de recordarnos que, a pesar de los mil y un frentes futbolísticos que no es capaz de cerrar, algo tiene este Madrid que año tras año se resiste a bajar los brazos y ofrecer su rendición liguera ante la evidente superioridad que parece ejercer su formidable rival azulgrana. Ocurrió en la liga de Capello, en la que el vestuario se conjuró para convencer a todo el mundo que aquello del “juntos podemos” era algo más que un simple y pueril slogan. Toda una declaración de principios es lo que fue aquello, que tuvo continuidad el año siguiente con Schuster en el banquillo y con el Barcelona en caída libre. Y el año pasado, con Juande Ramos ganando partido tras partido y negándose a sacar bandera blanca. Esa misma épica, la que ha hecho del Real Madrid un símbolo universal, sigue apareciendo partido tras partido para discutirle al barcelonismo el dominio que en la liga nunca ha sido capaz de imponer del todo. Por algo será.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 11:07 a. m. | Enlace permanente