Evidentemente la ilusión que me provocaba ver de corto al gran Diego en Europa, en ese homenaje a Julio César, es inversamente proporcional a la zozobra que me causa que cobre hasta por respirar. Fue un ejemplo para la juventud como futbolista (el más grande que yo vi jugar nunca) y también fue un ejemplo para la juventud, en lo que no hay que hacer, en su adicción. Ahora debe currarse más su imagen, porque por más que pierdas 50 kikos, Diego, si luego cobras por todo, no dejas de ser un pesetero del montón...
Pidió 200.000 dólares por jugar el homenaje a Julio César y pasaron de pagárselo, me parece bien. Un compañero de un programa de TVE viajó hace dos semanas para cubrir la visita de Enrique Iglesias a La Noche del Diez y también le pidió un pastón por unos minutos de entrevista y hasta por un saludito...
Bueno, pero me quedo con tu fútbol, Diego...
¡Saludos desde Bratislava!