Santi Cañizares es un tipo atípico en el mundo del fútbol. Además de ser seguidor de la milenaria filosofía taoísta, esa que según el boca a boca manda practicar sexo sin perder energía, para rendir más en los partidos, y un apasionado de la moda masculina, Cañizares es coleccionista de coches antiguos. En su parque móvil cuenta, entre varios coches, con un Mini o un Escarabajo. Y se los lleva a Paterna a los entrenamientos. El pasado viernes le hice estas fotos para el blog. Salía acompañado de Roberto Fabián Ayala y estuvimos echando unas risas.
Cañizares se encuentra en su punto álgido como profesional. Entrena como un juvenil, perfeccionando lo que necesita entrenar y su regularidad es altísima.
En muchos estadios de España es odiado por los aficionados que desfogan su ira sobre 'Cañete'. Sin saber muy bien por qué le tienen una manía descomunal. Es una fobia irracional, injustificada porque Santi no ha sido un futbolista polémico, ni marrullero en su dilatada y exitosa carrera. Pero a Cañi no le preocupa. Ha llegado un punto en su carrera en la que el sentido común domina sus comportamiento y el hecho de llevar el pelo amarillo no deja de ser una excentricidad estética, por la que quizás le machaquen esos aficionados que tanto le quieren.
Cañizares está cuajando una temporada espectacular y, cuando parecía que no iba a acudir al Mundial, se ha vuelto a ganar un sitio en la selección, donde es asiduo desde 1993, y todo indica a que estará en la lista de 23 convocados definitiva por delante de Ricardo, Palop o Víctor Valdés.