Escenas (post)Mundialistas. Restos del gran circo
La portería encima del edificio de Berlín, los franceses que iban con el pijama, las tumbonas futboleras del hotel de Munich (en el que los maniquies y todos los motivos futboleros horterillas fueron retirados el lunes, doce horas después de la final), la pancarta que agradecía a Dios ser español (¡Menos mal!) y esas botas-macetas de cactus son sólo el recuerdo de un Mundial, de horas de carretera, de partidos emocionantes pero con nada de fútbol, de una experiencia única y apasionante. No logro adaptarme en el regreso. Aún me sobresalto echándome la mano al pecho y pensando que he perdido la acreditación. 37 días son días para creerte que has encontrado tu lugar en el mundo y que esa fiesta futbolera iba a ser eterna.
Mañana voy para Ibiza con Nini (acaba de rematar otra vez el maletón), pero este, nuestro, vuestro blog, no cierra por vacaciones.
Escrito por Matallanas | 9:22 p. m. | Enlace permanente