La guerra civil del Valencia
El duelo Carboni-Quique
En el Valencia parece que se quieren complicar siempre las cosas por parte de los dirigentes. Porque nombrar director deportivo a un jugador que no se llevaba lo que se dice bien con el entrenador es comprar todas las papeletas para que estalle el conflicto. Y no ha pasado ni mes y medio cuando Quique y Carboni se encuentran enfrentados y con pocos visos de reconciliarse. Carboni intenta o trae lámparas y sistemáticamente Quique había pedido sillones o mesas. O viceversa. Simao, Manzini o Luis García son nombres para alimentar el pulso entre el director deportivo y el míster. Un pulso que, si el Valencia no cumple con su obligación de eliminar al Salzburgo el próximo martes y meterse en la liguilla de Champions, tendrá un perdedor antes de empezar la Liga.
El caso Ayala
Y en mitad de todo, estalla el caso Ayala. Nadie ha querido contar toda la verdad de lo que ha pasado con el argentino. Son bastantes vértices los que envuelven al ‘affaire’ del ‘Ratón’. Por una parte, la falta de palabra del presidente Soler hacia su jugador, que prometió unas condiciones y cuando llegó Carboni al mando de la parcela deportiva no las ha cumplido. Supuestamente, vamos. Porque la versión del entorno del ex lateral italiano apunta a que todo estaba arreglado, pero se estropeo por la comisión de Gustavo Mascardi, agente de Ayala, que se descolgó, según esas fuentes, con la petición de un millón de euros por la ampliación de contrato de Ayala. Y Carboni dijo que esa comisión no podía salir del Valencia (con sentido común) y para sacarla Ayala debería bajar su pretensión de un millón y medio de euros por temporada a un millón, para así satisfacer la demanda comisionista de su agente. Ahí se engancharon, con el Villarreal de fondo (al final, si impera la inteligencia de ambas partes, Ayala acabará en el conjunto amarillo) que le ofrece dos millones netos por temporada y los tres años de contrato que pretende el central argentino. El conflicto entre Mascardi y el Valencia se ha agudizado con el traspaso de Aimar al Zaragoza. Después de ofrecerle la entidad che por toda España, Pablito se decantó por el cariño que le ofrecía Víctor Fernández.
La bunkerización de Quique
A Quique Sánchez Flores le ha dado un ataque de entrenador. Sus futbolistas le achacan que se ha olvidado de que fue futbolista y que en esta pretemporada, quizás influenciado entre el conflicto con Carboni, se está mostrando muy distante y poco dialogante con el jugador. Quique conoce perfectamente la dureza y exigencia del entorno del Valencia y considera que debe moverse con esta aridez para sobrevivir e intentar el triunfo en el equipo de sus amores.
Morientes-Villa una pareja explosiva
Fernando Morientes, un buen fichaje para el Valencia, quiere rememorar en la ciudad del Turia el campañón que se marcó en el Mónaco. El Moro está con ganas y el Valencia es un equipo ideal para su juego (sólo le falta el futbolista de banda derecha porque por izquierda anda sobrado para surtirle de balones: Vicente, Silva y Gavilán). Pero el éxito de Morientes dependerá principalmente de su entendimiento con David Villa. Si Villa se asocia al Moro y tienen buen rollo y no le da un ataque de delantero, la pareja Morientes-Villa la pueden preparar en la Liga y en la Champions (si el Valencia, como debe, se clasifica para la liguilla). Pero si los dos, especialmente el Guaje, van a lo suyo y no se asocian, buscan el gol por su cuenta y riesgo, el Valencia perderá una pareja de delanteros de enorme potencial, de las que te pueden hacer campeón.
La paz necesaria
El Valencia se encuentra ahora mismo más preocupado del pulso entre Quique y Carboni, del caso Ayala y de los fichajes no cerrados que del partido ante el Salzburgo del próximo martes. El entorno valencianista debería cerrar filas y sumar para que el equipo siga en la Champions League. Otra cosa sería un fracaso porque de nada te sirve ser tercero, haciendo un año más que aceptable, si luego no te metes en Champions. Los Albelda, Baraja, Cañizares o el chaval Albiol deben aglutinar al grupo para conseguir el objetivo. Y Carboni fichar y Quique entrenar. Y Soler mandar con sentido común. Así el Valencia seguirá creciendo y aproximándose cada campaña más a Barcelona y Real Madrid. Si cada uno va a lo suyo, no tardará en estallar el conflicto y en bajar un escalón de su puesto en la elite que se ha ganado por pleno derecho (aunque a Benítez también le pusieron todas las zancadillas para no triunfar).
El Valencia necesita abandonar el ambiente ‘guerracivilista’ que le acompaña siempre. Con una guerra civil permanente entre todos sus protagonistas no se puede hacer un equipo campeón.
Escrito por Matallanas | 7:12 p. m. | Enlace permanente