Crónicas Asiáticas. Día 17. Real Madrid, Asian Tour 2003. La evangelización. (Marca, 11-8-03)
La Libertad y los grillos fritos
Bangkok es la ciudad más ‘flipante’ de todas las que ha recorrido el Real Madrid en su gira asiática que hoy a las 7:00 de la mañana tiene en Barajas su última escala. Sus olores, sus calles atacadas las 24 horas de coches y ‘tuc tucs’, los deliciosos taxis motocarros en los que montar es una experiencia única, y, por encima de todo, su libertad. Una libertad que los tailandeses interpretan en el sentido en el que dicen esta hermosa palabra los chinos: zi you, que literalmente significa “tú, según tú” gracias a que las creencias budistas de su población, el 90 por ciento adoran a Buda, les hace vivir sin los prejuicios instalados en la estructuras de las sociedades judeocristianas.
Por alguna de sus calles, Bangkok huele fatal, pero son tramos pequeños, un hedor soportable que recuerda al de Pamplona cuando se ve invadida por la muchedumbre en los Sanfermines. En Bangkok la muchedumbre es permanente. Y las escenas rozan siempre el surrealismo como ir en coche y cruzarte con un un elefante paseando sorteando el atasco a la una de la mañana. “Irá a aparcarlo”, bromea Fernando, el dueño del restaurante Rioja, único de nuestro país en la inmensa urbe de 16 millones de habitantes, que nos traslada al mercadillo de Papón, que cierra a las 2 la mañana. En Bangkok el arte de regateo no se puede ejercer como en Pekín. Los vendedores pasan del avezado comprador que se emplea a fondo en llevarse el artículo a precio de ganga. Y no si inmutan, como hacían los graciosos dependientes chinos que te llaman loco en todos los idiomas a la vez que te daban bofetones en el antebrazo, cuando el comprador se planta con chulería y asevera pulsando los números en la calcauladora: “Last price”. Cogen la camiseta, el bolso o el reloj, lo guardan y se dan media vuelta buscando con la mirada otro comprador menos listo. Eso sí, en los muchos puestos que te encuentras por el día si se puede regatear a gusto y sacar chollitos como camisetas con muy buen aspecto a dos euros.“Me da pena irme”, comenta Carbajosa después de haber comprado los últimos regalos. Y es que la experiencia, con mucho curro, poco descanso y mucho jaleo, ha sido deliciosa. Como un campamento de verano en Asia. 20 días con problemas con los monitores, como en todos los campamentos, pero con un ambiente presidido por las risas, la camaradería y la mirada atenta para empaparse lo máximo posible de todas las culturas que se han conocido. En Bangkok, Friginal, cámara de Antena 3, no tuvo reparos en ‘papearse’ grillos fritos. Otros se lo acercaron a la boca para hacerse la foto. Angel Casas, de As, cató los saltamontes. “Saben como a pipas”. Decía Nietze que lo que no nos mata nos hace más fuertes. Y de Asía volvemos así. Fortalecidos espiritualmente. Queda el partido y el viaje. Hoy se acaba la gira. Mañana esta sección.
Bangkok es la ciudad más ‘flipante’ de todas las que ha recorrido el Real Madrid en su gira asiática que hoy a las 7:00 de la mañana tiene en Barajas su última escala. Sus olores, sus calles atacadas las 24 horas de coches y ‘tuc tucs’, los deliciosos taxis motocarros en los que montar es una experiencia única, y, por encima de todo, su libertad. Una libertad que los tailandeses interpretan en el sentido en el que dicen esta hermosa palabra los chinos: zi you, que literalmente significa “tú, según tú” gracias a que las creencias budistas de su población, el 90 por ciento adoran a Buda, les hace vivir sin los prejuicios instalados en la estructuras de las sociedades judeocristianas.
Por alguna de sus calles, Bangkok huele fatal, pero son tramos pequeños, un hedor soportable que recuerda al de Pamplona cuando se ve invadida por la muchedumbre en los Sanfermines. En Bangkok la muchedumbre es permanente. Y las escenas rozan siempre el surrealismo como ir en coche y cruzarte con un un elefante paseando sorteando el atasco a la una de la mañana. “Irá a aparcarlo”, bromea Fernando, el dueño del restaurante Rioja, único de nuestro país en la inmensa urbe de 16 millones de habitantes, que nos traslada al mercadillo de Papón, que cierra a las 2 la mañana. En Bangkok el arte de regateo no se puede ejercer como en Pekín. Los vendedores pasan del avezado comprador que se emplea a fondo en llevarse el artículo a precio de ganga. Y no si inmutan, como hacían los graciosos dependientes chinos que te llaman loco en todos los idiomas a la vez que te daban bofetones en el antebrazo, cuando el comprador se planta con chulería y asevera pulsando los números en la calcauladora: “Last price”. Cogen la camiseta, el bolso o el reloj, lo guardan y se dan media vuelta buscando con la mirada otro comprador menos listo. Eso sí, en los muchos puestos que te encuentras por el día si se puede regatear a gusto y sacar chollitos como camisetas con muy buen aspecto a dos euros.“Me da pena irme”, comenta Carbajosa después de haber comprado los últimos regalos. Y es que la experiencia, con mucho curro, poco descanso y mucho jaleo, ha sido deliciosa. Como un campamento de verano en Asia. 20 días con problemas con los monitores, como en todos los campamentos, pero con un ambiente presidido por las risas, la camaradería y la mirada atenta para empaparse lo máximo posible de todas las culturas que se han conocido. En Bangkok, Friginal, cámara de Antena 3, no tuvo reparos en ‘papearse’ grillos fritos. Otros se lo acercaron a la boca para hacerse la foto. Angel Casas, de As, cató los saltamontes. “Saben como a pipas”. Decía Nietze que lo que no nos mata nos hace más fuertes. Y de Asía volvemos así. Fortalecidos espiritualmente. Queda el partido y el viaje. Hoy se acaba la gira. Mañana esta sección.
Escrito por Matallanas | 12:09 a. m. | Enlace permanente