¿OS SUENA? Por Alfredo Duro
DE FARSAS, FALSOS Y BOCAZAS
Por Alfredo Duro
Un curioso y desagradable fenómeno se viene observando desde hace tiempo en el periodismo deportivo en algunas de cuyas parcelas parece haberse instalado definitivamente el provincianismo peor entendido. Una buena muestra la encontramos en la reciente elección de Cannavaro como mejor jugador del año, decisión que sin lugar a dudas ha desatado en algunos la fiebre por rescatar la boina mediática y ganarse de esa manera la caricia del amo. Titulares como el de “Farsa World Player” son un buen ejemplo del sometimiento al que hemos llegado. Y todo para mostrar el particular sentido de la “injusticia” que en buena parte del barcelonismo, no toda, genera que el reconocimiento no haya sido de nuevo para Ronaldinho.
Me cuesta entender tanta militancia y disciplina en el tratamiento de un hecho cuyo mecanismo de elección, sin embargo, no ha variado lo más mínimo en relación a otros años. Ni tan siquiera con respecto a los dos últimos en los que el “Farsa World Player” fue para… Ronaldinho. El mismo Ronaldinho que el pasado domingo por la mañana enjugaba a duras penas sus lágrimas tras haber sido derrotado junto al resto de compañeros por el Internacional de Porto Alegre en la final de lo que para algunos era la “Gran Final del Campeonato Oficial del Mundo de Clubes”. Exactamente para aquellos que, faltando a las más elementales normas del rigor y del respeto, el partido tenía un único ganador antes de jugarse. Son los mismos que rabian a los cuatro vientos el éxito de Cannavaro por el simple hecho de jugar en el Real Madrid. Los mismos que deberían preguntarse por qué el “Mejor equipo del Mundo”, en el que casualmente juega Ronaldinho, no arrolla al Arsenal en París, es arrollado por el Sevilla en Mónaco, contenido y amordazado por el Madrid en el Bernabeú, mordido por el Chelsea en Barcelona, cocinado por el mismo Chelsea en Londres y finalmente expulsado sin honor de Yokohama por el equipo de Porto Alegre en el que no jugó Ronaldinho.
En esta particular confusión de intereses y mensajes, son curiosamente los jugadores y el entrenador los que han logrado silenciar a los más bocazas. Deco propone que cada uno haga autocrítica de lo que ha pasado y se guarda sus propias conclusiones para hablarlas en el vestuario con quien corresponde. Rijkaard no ha escondido la palabra fracaso y reta a los suyos a conquistar en el campo lo que están perdiendo en el campo. Y para rematar el círculo de coherencia en el que se están moviendo los profesionales llega Víctor Valdés y con un par… de razones, muestra en público su más sincero reconocimiento a los méritos de Cannavaro y le felicita por un premio que considera justo. Toda una lección de elegancia y distinción de la que debería tomar nota alguno de los lechuguinos que, disfrazados de altavoz oficial, se mantienen en un permanente “jet lag”.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 11:35 p. m. | Enlace permanente