La bronca de Papá Agüero (Por Antonio Sanz)
EL RINCÓN DE JUDAS (ARTICULO PUBLICADO EN 'PÚBLICO' EL DOMINGO 16 DE DICIEMBRE)
Por Antonio Sanz
“Yo no soy un jugador tramposo”. Con coraje se defendía Agüero esta semana en ‘El Tirachinas’. No sé si por condición divina, pero la súplica lanzada desde la Cope ha contado con el efecto reparador del Comité de Competición. El destino nos permite ver al ‘Kun’ en Huelva, dónde le recibieron con guantes y dónde le esperan con mano de hierro y con la congoja de comprobar en directo a uno de los jugadores con más talento de la Liga. Curioso el fallo de los jueces. La tarjeta mostrada por tocar el balón con la mano se mantiene. Todo lo contrario a lo que el futbolista piensa, a lo que Laudrup razona, el mister rival esa tarde, y a lo que nos apunta con timidez el sentido común. Sin castigo por fingir penalti. Por volar y bolear, tras ser desequilibrado, sanción firme.
La pillería del ‘Kun’ en el Calderón levantó un debate ético. Cierto que el error arbitral magnificó la acción. Al concederse el gol, Pérez Lima, trencilla de la noche, aglutinó un destierro colectivo y Agüero pasó a ser profundamente observado en cada acción ulterior. Parece como si de aquella, los colegiados quisieran vengar y castigar sin consentir si existe o no provocación en cada movimiento de aspa que realiza el rojiblanco. El ‘Kun’ comenzó ese día a labrarse fama de tramposo. Fama que se alimentaba desde los mismos escenarios que, sólo unos días antes, le habían jaleado por el fútbol de barrio que lo acompaña en cada acción tan arriesgada como libre que intenta. Esos mismos que premiaban lo asombroso de un juego sin corchetes eran quienes apagaban la televisión porque el dibujo animado de la trampa ruborizaba su condición de nuevos ortodoxos del fútbol. No tan lejos quedaba la vaselina en el Bernabéu en el último minuto del derbi. Se aplaudió pese al error. Se ovacionó pese a la osadía del momento. Se perdonó, finalmente, porque un chico de 18 años había asombrado a todos con el descaro de la jugada.
Agüero, con su arriesgada elección en el campo del Real Madrid, nos hizo sentir un poco más jóvenes. Nos premió con un cómodo viaje a la infancia. Nos trasladó por un momento a los campos de tierra, a los patios de colegio o los parques de barrio. Aquellas rodillas devoradas durante aquellos partidos por la arena, la hierba o el cemento sufrieron menos en el recuerdo. De ese derbi, le quedan al ‘Kun’ dos anécdotas. La primera, tras una rueda de Prensa previa de Iker. Casillas desveló que no conocía bien al pequeño argentino. Más de un compañero se mofó de él en las duchas de Majadahonda. Sergio, casi sin levantar la voz y bajo el chorro de agua, se peleó con su timidez y respondió sin ira: “Le voy a regalar mi camiseta cuando le vacune (marque) el domingo”. Unas horas después de no anotar y tras tener la ocasión de ganar, Agüero cenó con la familia. Su padre, la persona más exigente y más severa con su fútbol, le recriminó su elección para resolver. Poco importan hoy estos dos detalles. Agüero es de los mejores jóvenes del universo, campeón mundial de su categoría y ya ha heredado el lugar de otro niño que también triunfa en Inglaterra. Los que tuvieron paciencia están de enhorabuena. Los que al final de la última Liga quisieron colgar a Toni por convencer a Miguel Ángel Gil, para que pagase una buena suma a Independiente, viven buscando madriguera. El destino nos tiene reservada más lujuria futbolística del ‘Kun’. Su padre, seguro, también tendrá guión y tiempo para alguna bronca más.
Escrito por Matallanas | 9:21 p. m. | Enlace permanente