Lluvia dorada (Por Germán 'Mono' Burgos)
columna publicada en marca, 9-12-07
Por Germán 'Mono' Burgos
“Las manos hacia arriba, las manos hacia abajo, como los gorilas, ¡uh! ¡uh! ¡uh! ¡uh! todos caminamos”. De esta manera, cantando a lo Melody me recibió la gente del Sporting de Gijón, equipo con el que nos enfrentábamos ese día con el Atlético de Madrid en nuestra andadura por Segunda. Me provocó una sonrisa, no solo por escuchar que iban a tono, sino porque ellos, al verme reír y saludarlos, se fueron plegando uno a uno al compás, había empezado ya el partido y la gente no paraba con el gorila. Entonces se me ocurrió hacerlos cantar más, reunir más gente para ese gran coro. Cuando llegaban a la parte del “¡uh! ¡uh! ¡uh! ¡uh!”, yo los acompañaba con mis manos hacia arriba. Todo esto con el balón lejos y Don Luis Aragonés siguiendo atento la pelota. Era tal la risa de la gente de las gradas de El Molinón que por un momento miraban todos hacia mi portería. Fue entonces cuando decidí detenerme, entre otros motivos porque Luis ya me estaba haciendo gestos desde el banquillo de que parara con la canción.
Pero la relación del portero con la grada rival casi nunca es tan divertida como aquel día en Gijón. Verán. Jugaba para Ferrocarril Oeste, con 19 años en primera división, y nos jugábamos el descenso contra Chaco For Ever (equipo del norte de argentina). Tenía a la afición rival pegada a la portería, sólo separada por un flexible alambre. Apenas pise el área me llenaron de insultos y cuando me acercaba a la línea de gol recibía escupitajos. Había uno con un tirachinas que me daba en las piernas, el culo, la espalda... Aguante lo que pude. Pero faltando diez minutos para terminar me gire y los quise pelear a todos. Esta acción me llevo meterme dentro del arco. Los de Chaco me estaban esperando. Se la puse a tiro y me regalaron una gran lluvia dorada caliente recogida por varios integrantes minutos antes. Nunca había tenido tantas ganas de vomitar y salir de allí corriendo a ducharme. No me gire nunca más hacia la grada rival y comprendí que esa lluvia no es para mí.
Escrito por Matallanas | 2:53 p. m. | Enlace permanente