Bernabéu: la fábrica no se rinde (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
Pisé por primera vez el estadio Santiago Bernabeú con motivo del homenaje a Alfredo Di Stéfano. Se enfrentó el Real Madrid al Celtic de Glasgow, que venía de conquistar su única Copa de Europa tomando el testigo del Madrid ye-yé y que, por entonces, con Jimmy Johnstone a la cabeza, además de un puñado de belicosos y extraordinarios jugadores llamaba la atención por la pintoresca y exclusiva camiseta verdiblanca a rayas horizontales que, en aquel lejano 1967, causaba estupor entre los inocentes ignorantes que nos asomábamos a la realidad de la época. Recuerdo aquella camiseta, recuerdo que los escoceses ganaron por un gol a cero, y recuerdo que, para mi sorpresa, el Madrid jugó con camiseta blanca y ¡pantalón azúl! Sí, exactamente igual que mi Boetticher del barrio de Villaverde del que yo era socio y que, para estar a la altura de tan señalado día, pensaba yo que le había prestado su pantalón al gran Real Madrid. Gran noche aquella, a pesar del resultado, que sirvió para reconocer la adicción a ese explosivo cóctel que componen los focos del estadio y el insólito verde del césped y, cómo olvidarlo, darme cuenta de lo lejos de casa que estaba el Santiago Bernabeú.
Cuando en octubre de 1944 el gran pope del madridismo dio a conocer sus intenciones de construir un nuevo estadio, el Real Madrid era cualquier cosa menos el “equipo del régimen”. Después de la guerra civil sus mejores jugadores abandonaron España camino del exilio y, como consecuencia, el equipo estuvo a punto de bajar a segunda división. Sí, hablo de la misma época en la que el otro equipo de la ciudad reunía en su junta directiva a un tropel de oficiales del ejército, cuya ascendencia era de tal importancia que determinó el cambio de nombre del club por el de Atlético Aviación. Fueron tiempos de racionamiento económico y futbolístico para el Madrid, que ante la pasividad y el desdén de todo tipo de organismos se las apañó como pudo para acabar encontrando en el director del Banco Mercantil e Industrial el único apoyo financiero para llevar a cabo la obra que, junto a la llegada de Di Stéfano, convirtieron al Real Madrid en el mejor equipo de la historia.
Ahora ya sabrán algunos que la calle Rafael Salgado, que ocupa el fondo norte del estadio, es el histórico testimonio del agradecimiento a aquel director de banco, que en contra de la opinión de sus consejeros, tiró de madridismo y del contagioso entusiasmo de don Santiago para comprar los terrenos colindantes al viejo Chamartin y levantar el mejor estadio de Europa. Que sepan todos, ahora que se cumplen sesenta años y se tiene oportunidad de hacer justicia que, ni estadio regalado, ni ayudas de régimen, ni concesión divina. La patética colección de sandeces y patrañas con las que un montón de memos ha pretendido durante estos años manchar la verdad no ha hecho sino engrandecer aún más la figura de un presidente, Santiago Bernabeú, único e irrepetible. Un presidente que, por cierto, se pasaba el régimen y a los del régimen por el forro de su… Madrid.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 11:17 p. m. | Enlace permanente