Y esa tarde me senté en 'The Kop' (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público el 20 de abril de 2008
Por Antonio Sanz
No es habitual que un periódico serio y respetado como es ‘The Times’ levante una sonora alarma con el Liverpool y con la figura de una de sus estrellas: Torres. En Inglaterra son los llamados tabloides -Prensa sensacionalista- quienes trasladan una visión dramática sobre lo que sucede. Pues bien, la noticia que escupía el viernes el prestigioso diario londinense es más propia de los segundos que de su historial por el tono catastrofista. No porque aireen la deuda de la entidad. No porque la esencia de la información sea errónea. Pero no es cierto que la única solución es poner al ‘9’ en el mercado. El intento de torpedear a los ‘reds’ deja un poso amargo en la afición. Cuentan que el victimismo preside buena parte de los movimientos en Anfield y que Londres no ayuda al club más laureado de Inglaterra. Y eso lo saben en Liverpool. Y eso lo asumen a orillas del Mersey con dosis de indiferencia. Por eso, cuando anuncian que los bancos forzarán a vender a Torres, los ‘scousers’ giran el cuello, piden otra pinta y apuestan por su favorito para ganar la carrera de caballos que se iniciará a continuación. Bastante tienen, piensan, con la pelea, ya trasladada a los medios, que mantienen los dueños norteamericanos, viejos amigos pero con nuevas e insalvables diferencias en la gestión y en la elección de los gestores deportivos y ejecutivos de la nave.
Todo esto sucede la semana que el Liverpool recuerda a sus muertos. La tragedia de Hillsborough cumplía el pasado martes diecinueve años. Aquella tarde del 15 de abril de 1989 el estadio de Sheffield se convertía en un campo de batalla donde perecían 94 personas, dos más fallecerían cuatro días y cuatro meses después, para completar la lista de 96 finados. Hinchas ‘reds’ que acudieron a ver la semifinal de Copa en terreno neutral entre su equipo y el Nottingham Forest. Murieron aplastados contra las vallas por asfixia. Además, más de 700 heridos con irrecuperables daños psicológicos. Las causas, según el informe de la investigación, se debieron al exceso de aforo y al estadio, que no cumplía los requisitos de seguridad. La asociación de víctimas denunció negligencias policiales por la falta de médicos y ambulancias, por la nula cintura del jefe policial al no permitir que se abrieran las salidas de emergencia o por qué se encontraban tres mil seguidores en un sector donde sólo cabían mil seiscientos. Resulta que desde que conocí Anfield anhelaba sentarme en la grada de ‘The Kop’ por su mística. Durante los partidos no es posible. No venden entradas de la zona. Desconocía que el destino me conduciría al campo la sobremesa del martes y que por fin me sentaría en ese fondo. Pero era un fondo en silencio. Muy lejos de la algarabía habitual de los sábados. Asistí al oficio religioso al que acudieron más de 8.000 personas que no quisieron dejar caminar solos a quienes faltan desde hace casi cuatro lustros. Con ellos, la plantilla de jugadores al completo, representantes de la Academy -fútbol base-, empleados o dirigentes en un acto sencillo y ejemplar. Un recuerdo respetuoso y honroso. El corazón a flor de piel y el alma cubierto de rojo. El padre de una de las víctimas acongojó a los asistentes con su discurso. Lágrimas y unión de un club que se resiste a doblar la rodilla pese al imperialismo que apremia del sur.
Escrito por Matallanas | 4:39 p. m. | Enlace permanente