Un milagro llamado Tapia (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado en público
“¿Muñiz Fernández? Le pregunto a mi mujer y me dice que es el engominado”. Con esta flema británica se presenta Antonio Tapia ante los medios de comunicación en la previa del Barça. Con aire ‘quevediano’, transita como un boquerón socarrón, silencioso, prudente, reflexivo, metódico, irónico. Así entra de puntillas, a sus 49 años, en la metáfora de su vida. Desde una escuela de Fuengirola, fue profesor del instituto Las Lagunas, se preparó en silencio para ser técnico. Antes, concluyó los estudios de educación física Después, rompió los moldes de quien no triunfó como futbolista para hacerlo como entrenador. Porque sin duda el Málaga es el equipo revelación de esta temporada. Tras más de dos tercios de campeonato, los andaluces se han convertido en la sorpresa agradable. Afincados en zona europea pelearán para sobrevivir tras los próximos tres partidos: Barcelona, esta noche, Real Madrid y Villarreal. Mientras tanto, aparca la renovación para destronar a quienes no les esperaban en el ático de la clasificación.
Fernando Sanz, convertido en presidente por accidente, se rodeó de algunos de los que fueron sus compañeros de vestuario para dirigir el club. Entre otros, Sandro en el despacho y Valcarce, como delegado. Con el ascenso en el bolsillo y con Muñiz rendido a los euros de Cantabria, el dirigente apostó por recuperar a quien fue su entrenador. No le importó el último despido que recibió Tapia del ínclito Carlos Marsá. En aquel extraño Granada 74 sucumbió a un club recién formado sin presente y con menos futuro. Pocos apostaban por verlo de nuevo en un banquillo de la máxima categoría. Pero Sanz no se dejó impresionar y apostó con fe por el cordobés. De este modo se convirtió en el quinto ‘mister’ en repetir. En la historia malacitana, con más de cincuenta años de trayectoria, sólo Otto Bumbel, Fuentes, Ben Barek y Antonio Benítez retornaron al cargo. Desde este septiembre, Tapia ocupa el lugar de estas glorias del Málaga. El profesor de Baena cuenta con fama de verdugo. Se ha ‘cargado’, tras ganar con sus equipos, a Schuster -cesado cuando trabajaba en el Levante-, García Remón, Juanito Rodríguez, Javi López, Zambrano o Mané. En su curriculum cuenta con cuatro ascensos -en Fuengirola, en Ejido y una rubrica con el filial que le sirvió para reemplazar a Manzano como cuando uno entra de suplente en el colegio para sustituir al profesor titular-. Estrenó función en Martiricos en el invierno de 2005 como conquistador de la esperanza. Gregorio no había tenido suerte y Antonio asumió el reto de la escolaridad. Su terapia consiste en analizar concienzudamente al adversario. Cada semana se encierra en la caseta con el grupo para estrujar en sesiones de vídeo al rival. No es lo mismo que aquella aula de Las Lagunas en 1987 cuando impartía docencia con glamour. Pocos esperaban entonces que el destino le reservaba un hueco tan alto. Como augura a su conserje, el mismo que le sirve de termómetro para calibrar el estado de ánimo de la sociedad, superará el reto. Entre tanto, quien peleó como futbolista desde el filial blanquiazul, es capataz con mayúsculas. No sé si volverá a las clases. No sé si su capacidad bilingüe le conducirá a Inglaterra. Hoy triunfa y anticipa: “le queremos quitar el balón al Barcelona”. La apuesta no está mal. Es la misma que le ha llevado a llenar nuevamente La Rosaleda.
Escrito por Matallanas | 9:42 p. m. | Enlace permanente