¿os suena?

Por Alfredo Duro

Recuerdo un día, no hace demasiado tiempo, que un tal Maniche (¿os suena?) le echó el morro habitual al tema para decir que había muchas posibilidades, es de suponer que refiriéndose a su esperpéntico y grotesco futuro, de jugar la próxima temporada en un equipo grande. Sobra cualquier tipo de explicación para eliminar de esa absurda posibilidad al Atlético de Madrid, que hace ya bastante tiempo, quizá desde la época que decidió fichajes como los de este impresentable, dejó de ser un equipo grande. Para esta buena gente, a la del Atleti me refiero, personajes como éste parecen hechos a la medida. No puede ser que, con tanta facilidad, la galería de mediocres que llegan cada año al Calderón arruinen un año sí y otro también las esperanzas y la ilusión atlética. Por fortuna, el personal ha dejado de aferrarse a la patética teoría del victimismo y la conspiración, para empezar a tomarse en serio el ultraje y la extorsión moral, y de la otra, que un buen puñado de mercenarios futbolísticos han perpetrado desde hace no sé cuánto tiempo.

Tiene esta gentuza, los jugadores, tan poca vergüenza, que no solamente les importa una mierda hacer el ridículo en el campo.Tan profesionales son, y tiene mérito la cosa, que han conseguido hacer igual de bien el ridículo en los 'archifamosos' spots publicitarios del Atlético de Madrid a quien, por otra parte, no le vendría mal preocuparse un poquito menos por coleccionar los “gilipollescos” premios que al parecer merecen tanto ingenio publicitario, y empezar a tomarse la molestia, aunque sea en pequeñas dosis, de velar por las verdaderas obligaciones que un equipo con su tradición y su historia tiene contraída con la millonaria sociedad rojiblanca.

“Nos quedan ocho finales; si empujamos todos nos metemos en Champions”. ¡Nos ha jodido; si empujamos todos! De eso se trata precisamente. Que a ver si de una puñetera vez empujan justamente los que verdaderamente tienen que empujar. Los que se lo llevan crudo por arrastrar miserablemente una camiseta y un escudo que no tienen ni la menor idea de lo que representan. ¡Ni puta idea!

Aparece el tal Maxi, otro que tal baila, y te cuenta no sé que rollo de cantitos y de hinchadas. Tanto sabe de hinchadas que el día antes de jugar contra el Barcelona se vá a cenar con Maradona y un tal “Kun” Agüero (otro desperdicio que no sabrá nunca lo que ha podido significar para cierta gente) para que no dude nadie que cuando se trata de hacer mamazos sí que estamos a la altura. A eso se llama respetar a la hinchada, preocupándose de su selección en lugar de hacerlo por su escudo en la víspera del segundo partido más importante de la temporada (el primero no lo jugarán nunca porque son incapaces de saber lo que un atlético de verdad siente sobre eso). Va el tío y, se supone que con dos cojones y un raquítico gramo de orgullo, te dice que eso de que “esta camiseta no la merecéis”, no la volverán a cantar. ¿Quién no la volverá a cantar, Maxi? ¿La afición? ¿Te refieres a esa afición que nunca habéis respetado y a la que jamás habéis dado la milésima parte de lo que ellos os entregan increíblemente sin descanso? Escucha capitancito. Escucha bien y que se entere el vestuario de lo que canta la afición, la misma a la que nunca habéis oído de verdad: ¡¡¡"Esta camiseta no la merecéis”!!! ¿A qué suena bien, campeones? 

Duro ¿os suena?