Kaká de Luxe
50.000 aficionados aclamaron en el Bernabéu a su nuevo gladiador y Florentino levitó
Pudo venir al Real Madrid varias veces. En los primeros años de este siglo XXI, meses antes de que diera el salto a Europa en el año 2003, los ojeadores del mejor club del siglo XX manejaban magníficos informes de un enjuto brasileño que no salía de las favelas y estaba deslumbrando en el Sao Paulo. Entonces, cuenta la leyenda futbolística, que en el club blanco, sumido en la vorágine de la primera galaxia de Florentino, se le descartó por su nombre escatológico y porque sólo valía apenas 6 millones de euros. Aquel elegante y espigado media punta, que ya había ganado un Mundial con Brasil, fue fichado por el Milan y allí hizo un carretón, ganando la Champions y el Balón de Oro.
Varias temporadas después, su nombre ya no suena escatológico, su precio es mucho mayor, y ha sido elegido para dar el pistoletazo de salida a la segunda galaxia de Florentino (¡qué poderío!). Y ayer protagonizó un hecho inédito y espectacular abarrotando las gradas del Santiago Bernabéu en su presentación como nuevo jugador del Real Madrid.
Unos 50.000 aficionados eufóricos e ilusionados pidieron a Florentino que botara, aclamaron a Alfredo di Stéfano y enloquecieron cuando apareció, limpio y blanco que no empaña, Ricardo Izecson Dos Santos Leite, con el número 8 a la espalda y encima del dorsal Kaká, ese apelativo de cuatro letras, que coreado por primera vez en el Bernabéu no sonó ni mucho menos escatológico. En unos años se ha convertido en Kaká de Luxe, tan de lujo que ha costado 65 millones de euros.
Entre grandes imágenes de ídolos del madridismo, Raúl, Juanito, Di Stéfano y Zidane y una pantalla gigante que televisaba todo el acto junto a los dos videomarcadores, apareció sonriente el astro brasileño. Florentino Pérez estaba radiante, no podía disimular su emoción, y miraba una y otra vez a las gradas del Coliseo de La Castellana y se esperaba que de un momento a otro empezara a levitar. Sus directivos también estaban en una nube. Di Stéfano levantaba el bastón con desparpajo y guiñaba el ojo a los veteranos que también le jaleaban, con Zoco a la cabeza y Morales cerrando la fila, y respaldados por Jorge Valdano, Miguel Pardeza y Emilio Butragueño, viejas glorias que ahora son ejecutivos del club. Las nueve copas de Europa contemplaban con orgullo la explosión de madridismo. “Esto sólo lo puede hacer el Real Madrid”, repetía un periodista subjetivo y orgulloso en la glamorosa tribuna de prensa. Y otro plumilla, también flipado, picaba con sorna y guasa cheli a un informador colchonero: “¡Verás como se va a llenar el Calderón cuando presenten a Lafita, Asenjo o Juanito!”
Había empezado el espectáculo con la opera ‘Nessum Dorma’ (¡Qué nadie se duerma!), de Giacomo Puccini, curiosamente la preferida de Joan Laporta (¿quién se acuerda de la tripleta, Jan?), en un vídeo panegírico de los logros del Ser Superior apellidado Pérez. No se escatimó un euro para montar un escenario a lo Rolling Stone. Dio la sensación que no se preveía la enorme afluencia de gente y su colocación fue demasiado centrada. Seguro que para el próximo lunes, cuando sea presentado Cristiano Ronaldo, el escenario será desplazado más hacia el fondo sur porque si Kaká superó ampliamente la media entrada, el portugués va a llenar el Santiago Bernabéu. Porque los madridistas tienen ganas de que lleguen más ídolos y refugiarse en la grandeza de su club y olvidarse de la crisis económica, que para eso sirve el fútbol. Sí, pan y circo, pero una pasión y un sentimiento necesario para muchas personas, como se demostró ayer. Gente que escapa del duro día a día idolatrando a atletas. Sin duda, están en su derecho y ayer se iban eufóricos, entre los acordes de la versión flamenca de José Mercé de ‘las mocitas madrileñas’, por haber presenciado la puesta en sociedad de Kaká, satisfechos de ser la envidia de todos los madridistas que no pudieron estar y que seguro que alucinaron, como todos los ciudadanas y ciudadanas de la aldea global mediática, cuando estas imágenes hayan dado la vuelta al mundo. ¡50.000 tíos para recibir al nuevo gladiador! ¡Impresionante!
Hay un pequeño pero a esta pomposa puesta en escena de los cracks porque la presentación de Raúl Albiol se queda encajonada entre lo que se vivió ayer en el Bernabéu (en serio, algo nunca visto y es lógico que a Florentino se haya venido muy, pero que muy arriba) con Kaká y lo que se vivirá el próximo lunes con Cristiano Ronaldo. No habrá escenario para presentar al bravo defensa valenciano. Tampoco hay que dramatizar, Albiol y todos entendemos la máxima de Bakunin: “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”.
Durante todo el día de ayer había un enigma que preocupaba sobremanera a los periodistas deportivos: ¿Qué número llevará Kaká?. Estaban vacantes el 18, el 9 o el 5. Al club le gustaba la idea de que vistiera el número que llevó Zidane. Pero Kaká prefería el 8 o el 12. Aunque cuando se hizo oficial su fichaje declaró que le agradaba el 18 porque cuando jugó por primera vez en el Bernabéu con una selección mundial lo hizo con ese número y marcó un gol, definitivamente quería el 8 o el 12 (sondeó a su compatriota Marcelo y le dijo que se lo cedía sin problemas). Nunca quiso el 9 y nunca quiso el 5, con todos los respetos a Zidane, porque para los brasileños el 5 es un dorsal de defensa. En cambio, para los argentinos, ese número es el del volante central. Por eso cuando a Gago le plantearon la posibilidad de ceder su dorsal a Kaká, el argentino no lo dudó y se quedará con el número que ha dejado vacante Cannavaro. Y Kaká, tan feliz con el número 8, que lució un tal Michel en la época moderna. Ese también era muy bueno. Y de la cantera. Añademe al final del artículo lo siguiente: Ah! Y también llevó el 8 Pedja Mijatovic, que siempre será el Héroe de la Séptima, por más que ahora se le recuerde por su participación en la oscura etapa de Calderón. ¿Será un guiño a Ramón Calderón, el hombre que no trajo a Kakà? Seguro que no, pero también con el 8 a la espalda, Kaká, aspira a ser el Héroe de la Décima.
Escrito por Matallanas | 1:38 a. m. | Enlace permanente