En algún lugar de alguna vez aparecerá Maradona (Por José Manuel García)
el butacón del garci
Por José Manuel García
Predio de Ezeiza, lugar de entrenamiento de la Selección Argentina y sancta santorum de los técnicos del combinado nacional albiceleste. Llega Diego Armando Maradona conduciendo un flamante mini Morris azul metalizado con los cristales tintados contra miradas curiosas. Los periodistas de guardia le cierran el paso y Diego no tiene más remedio que parar. Lo hace de mala gana. Últimamente huye del periodismo como perro de la colonia. Baja los cristales y lanza tres frases made in D10S:
“Acá todo lo decido yo”.
“Si no estoy yo, acá no se decide nada”.
“La lista (de jugadores) la traje yo y la lista de mañana la voy a traer yo”.
Puñetazo en la mesa para los que duden de su momento de flaqueza o debilidad, porque él es Maradona, entiendan, y a él no le discute nadie o cualquiera. Ni Grondona (Julio), ni Valdano (Jorge), por muy corbatero que se muestre, por muchos trajes a medida que se compre en Best, corazón de calle Serrano. Que se ande con pies de acero ese amigo que ahora no lo es porque un día me criticó y a mí no me critica nadie: soy D10S.
En las listas para jugar contra Ghana y Perú y luego contra Uruguay hombres de fuelle y fuste, gente de rancio abolengo, tan rancio que huelen a viejos cafés de la vieja Florida bonaerense: Rolando Schiavi, el Bichi Fuertes, Martín Palermo y Ariel Ortega. Casi 150 años suman entre los cuatro.
Aquí no hay fútbol que valga, ni tiki-taka ni toki-toke: ganar, sólo ganar y al Mundial de Sudáfrica como sea. Sobre todo, por huevos. La dignidad nacional está en juego, esa camiseta albiceleste que llevaron nuestros abuelos, nuestros padres y, sobre todo, Yo, D10S, con esa no se juega. Que se olviden de lo demás.
Maradona, erigido en general, apela al orgullo, a la casta, al corazón, para comerse vivo a los futbolistas de Perú en el Monumental de River. Meterle cinco a los peruanos si fuera menester para luego comerse vivos a los charrúas en Montevideo, que allí sí que hay que echarle candela al fuego.
A mí parece muy bien o muy mal todo, pero alguien debe echar la pelota al suelo y tocar el bandoneón. Yo creo que Messi se merece más y que Argentina tiene en algún lugar su sensibilidad. Puede que de repente aparezca la cordura y que algún Maradona regrese para decirle a ese Diego embaucador que se equivoca, que los códigos que dice Román (Riquelme) no tienen nada que ver con orgullo y que el talento también hace goles. Aunque los remate Palermo.
Escrito por Matallanas | 12:34 p. m. | Enlace permanente