Sevilla y el estado del bienestar (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas. artículo publicado hoy en público
Por Antonio Sanz
Nuestro campeonato doméstico se ha transformado, ya sin vergüenza alguna, en una bicefalia tan retratada como esperada. Sin embargo, el Sevilla trata de colarse en esta reservada carrera de dos. No es tarea sencilla cuando se trata de ocupar hueco en esta celebración tan íntima, como aquiescente es la posición mediática. Poco más de un lustro ha tardado el conjunto hispalense en alcanzar el ático mundial. El 27 de mayo de 2002, José María del Nido, un absolutista de la calva a las suelas de los zapatos, alcanza la presidencia de la entidad con el convencimiento de garantizar al club servicios y garantías deportivas capaces de convertir a los socios hispalenses en los más saludables del país. El reflejo es una gestión bien confeccionada, sin peajes y que borraba las telarañas de la Segunda. Que nadie olvide que el Sevilla abandonaba el infierno en la primavera de 2001. Con dos años impuestos de transición, en los últimos seis no ha caído del sexto puesto en Liga, además de añadir a las vitrinas una Copa del Rey, dos Copas de la Uefa, una Supercopa de Europa y otra de España.
No es fácil explicar a la afición que te encuentras apresado por una deuda de 42 millones de euros y que la única manera de rebajarla es vendiendo activos, tus mejores activos: futbolistas. De esa manera, Del Nido se fue deshaciendo de Reyes, Baptista y Sergio Ramos. Dos canteranos y un jugador menor -cuando llegó al Pizjuán- limpiaron los sobresaltos económicos. Lo que no esperaba el ‘absolutista del Guadalquivir’ es el alto grado de acierto en la gestión deportiva. La irrupción de un modesto cancerbero de la cantera, eterno suplente, ha soldado las estructuras. Monchi, licenciado en Derecho, mantiene los poderes deportivos cultivados por su tino. Dispone de un equipo de diez personas, divididos en áreas: internacional -Europa, Sudamérica y África-, nacional -Primera y Segunda división-, regional -fútbol andaluz-, sub-20 -jugadores que apuntan- y juvenil -con seguimiento a largo plazo-. Conoce la casa a la perfección, también fue delegado de equipo, por lo que viste traje de director deportivo desde el final de la Liga 99-00. Ya entonces asumió que las ventas son parte del negocio -Marchena, Juan Carlos o Tsartas-, siempre que encuentres relevos. Por eso, su gran tesoro parte de dos continentes que examina al milímetro: América -Alves, Renato, Adriano, Luis Fabiano, Fazio, Perotti, Acosta- y África -Keita, Kanouté, Romaric, Zokora, Kone-. Algunos firman para hacer caja -Alves o Keita-, unos no rompen -Acosta o Kone- y otros compensarán futuros presupuestos -Luis Fabiano o Perotti-. Los anónimos tienen su peso -Palop, Escudé, Navarro- y la cantera siempre está presente -Navas, Capel, Lolo-. Del Nido ya lo avisó: “aquí no hay nadie absolutamente intransferible e imprescindible”. Por eso no hay debates públicos si por 60 millones de euros salen Alves, Keita y Poulsen. El banquillo cuenta con estabilidad -en esta década sólo se prescindió de Caparrós, Juande se fugó- y cuando llegan los nervios optan por la serenidad. Del Nido quiso firmar a Valverde, mientras Monchi aconsejaba mantener a Jiménez. Se escuchó al que sabe. El bienestar sevillista puede alterar los planes previstos y dotar a la Liga de un triunvirato inesperado. ¿Aguantará el tirón?
Escrito por Matallanas | 7:08 p. m. | Enlace permanente