De Gea, un año después (Por Antonio Sanz)
EL RINCÓN DE JUDAS. ARTÍCULO PUBLICADO EN PÚBLICO
Por Antonio Sanz
Si digo que a De Gea le encanta escuchar ‘metal pesado’ puede darse por sentado que no nos entendamos. Pero nadie se ha vuelto loco, el portero del Atleti es un fiel seguidor de este género musical y así lo utiliza para relajarse. Quizá no concuerde demasiado con la imagen pública que ofrece, pero, en privado, esa timidez, que traslada como quinto refuerzo defensivo, se agiganta cuando defiende el arco. No se altera casi por nada. Ni siquiera cuando el club le pagaba a un chofer negro, un ex jugador internacional africano, que se encargaba de desplazarlo en automóvil, tras cada entrenamiento y debido a que era menor de edad, desde el Cerro del Espino hasta el domicilio familiar en la provincia de Toledo. Tampoco se posiciona cuando escucha que los grandes de Inglaterra se interesan por sus servicios o si el mismísimo Ferguson se atreve a sentarse en la platea de Mestalla para fijarse en sus movimientos. David es tan serio en la distancia como próximo en el trato. Es tan firme en el puesto como asequible en el afecto. Mientras tanto, con veintitrés partidos en Primera división, ‘Van der Gea’ -así le bautizaron en las categorías inferiores del Atleti- ha descosido cualquier agujero del fútbol nacional. Todo son apuestas y revoloteos. La posición de debilidad que con él mantiene su reciente compañía de representación provoca que buena parte de los agentes nacionales martilleen el teléfono de Illescas.
De momento, De Gea es del Atlético hasta junio de 2013 y son 20 millones de euros, más el impuesto de valor añadido, los que lo separan del Manzanares. Seguro que Wenger, para el Arsenal, o Arnesen, -pronto será Beguiristain- para el Chelsea, estudian la compra. La entidad quiere modificar el contrato, pero con pausa. El poder considera que nadie pagará la cláusula, alta para el mercado actual, y negocia en frecuencia ventajosa. A todo esto, vuelve el Zaragoza y rememoramos el primer acto de la era del meta. Aquella noche hizo un penalti que detuvo antes de retornar al banquillo -Asenjo volvía de Egipto y Roberto curaba las fibras-. Esa noche, la grada otorgó su veredicto a la directiva: “Queremos al rubio”. Otra vez un rubio en la vida rojiblanca. Hasta lo cantan igual…
Escrito por Matallanas | 6:17 p. m. | Enlace permanente