De Bosque, en La Razón
Por Vicente Del Bosque
Vivimos un momento de debilidad del entrenador. Enseguida le encuentran alguna flaqueza, que si entrenan mucho con balón o que no lo tocan, que son entrenamientos muy físicos, que es muy duro o muy permisivo, que el sistema no es el mejor, que si los cambios... Cualquier cosa para erosionarlo y quemarlo. Los dirigentes cada día creen menos en los entrenadores. La continua toma de decisiones les hace estar cuestionados.
Alguien me dijo, hace algunos años, que «el entrenar es un arte, mas que una ciencia», y no le faltaba razón. Apoyo científico, sí, pero con mucha habilidad. Hay cuestiones principales que un entrenador tiene que prevenir y realizar. Conocer bien la historia del club y respetar su identidad, eligiendo el sistema de juego adecuado y su buen aprendizaje, para marcar ese estilo propio; participar en la formación de la plantilla; obtener de ella el máximo rendimiento; entrenar bien (creando automatismos); elegir los mejores jugadores para cada partido; ser imaginativo e intuitivo durante los entrenamientos y en el transcurso de los partidos, hacer convivir el talento con el orden del equipo. ¡Ah!, y ganar.
Otras condiciones que, con humildad, creo que debe tener un entrenador son: humanizar las relaciones en el vestuario, convencido de la simpatía entre el éxito deportivo y las relaciones humanas; jugar con una cierta estética; luchar contra el egoísmo y los «celillos» propios de un equipo; entender la frialdad del mercantilismo y vivir en la esencia de un grupo de jugadores sencillos y que no haya merma de sentimientos; dar libertad, pero con exigencia, cuidando no abusar de la mano izquierda; afecto en vez de palo; no aceptar el escepticismo de algunos que conocen a muchos entrenadores y se vuelven descreídos; emocionar a los jugadores con su profesión, (es peor dos apáticos que cuatro malos); no criticar siempre a los mismos; rodearse de buenos especialistas, sabiendo delegar tareas, no responsabilidades; saber escuchar, también a los jugadores, porque el entrenador necesita complicidad con ellos; los contenidos del entrenamiento son básicos para atraer al jugador; atajar los conflictos con tolerancia, flema, diálogo y sentido del humor; ser uno mismo, sobrio, sin mucha retórica, y mantener la compostura (ni muy triste en la derrota, ni muy eufórico en la victoria). Caben más cosas.
La INTEGRIDAD, la rectitud del entrenador, lleva a ganar la confianza de los jugadores ¿Hay todavía quien piensa que entrenar no es un arte?
Un halago: el entrenador actual del Real Madrid está haciendo un buen trabajo. Un modesto consejo: si el Real Madrid está pensando en un entrenador para el futuro, debe ser el mejor del mundo, con un gran historial, «muy, muy» mediático y que gane un euro más que el jugador mejor pagado de la plantilla. Mientras, rezar para que éste dure.
Y dos intuiciones: que el entrenador que más les gusta no lo pueden traer (no es Capello) y que ficharán a uno muy célebre.
*Artículo publicado por Vicente del Bosque hoy (lunes 30 de enero de 2006) en 'La Razón'
Escrito por Matallanas | 11:49 a. m. | Enlace permanente