FIRMA INVITADA. Rodolfo Chisleanschi
Capello, a tus capellettis
POR RODOLFO CHISLEANSCHI
Fabio Capello sacó a relucir su mandíbula batiente, y es fácil suponer que sin que se le moviera un músculo de su rostro de guerrero romano, y le dijo a un periodista del diario italiano La Repubblica que en España hay “una creatividad latina bajo un orden riguroso; el orden que dejó Franco”, para agregar que aquí “funciona todo y funciona bien”. Por supuesto, no tiene sentido entrar a analizar el fondo de estas palabras. Las últimas, porque hubiera bastado con llevarle esta semana a coger un avión de Iberia en la ya célebre T4 de Barajas para demostrarle que su idea y la realidad transitan por pistas diferentes. Las primeras, porque las decora con un barniz político tan respetable como absurdo, ¿o alguien puede imaginar que durante el año que estuvo en Madrid le dio tiempo a hacerse una idea cabal del significado del franquismo en la Historia española? Si algo caracteriza al mundillo futbolero es su tendencia a vivir dentro de una burbuja de la cual muy pocos escapan. Nadie recuerda a Capello haciendo un trámite en la oficina de Tráfico, saliendo de vacaciones por la carretera de Valencia en Semana Santa, pidiendo un piso de protección oficial o yendo a la vieja Ciudad Deportiva del Madrid en metro. Entonces, ¿cómo puede valorar el orden existente en un país y mucho menos establecer su origen histórico?
En cambio, las palabras del técnico de la Juventus sirven para reflotar una vieja disyuntiva nunca del todo resuelta por nosotros, los periodistas: ¿es lógico pedirle a un personaje conocido que opine sobre temas que no son de su incumbencia? El colega de La Repubblica quiso que don Fabio hablara de Madrid (y del Madrid, pensando en su supuesto regreso) de una manera original, de sacar al entrevistado del único tema del que está absolutamente habilitado para opinar, y se encontró con un par de frases tan carentes de sustento que convierten a Capello en un tipo simpático, incluso a su pesar, porque bien miradas, provocan antes risa que espanto. Habrá quienes sostengan que la pregunta logró descubrir a un admirador del ex dictador, o quienes supongan, a partir de aquí, su afinidad con Silvio Berlusconi, Benito Mussolini o Nerón. Pero en el fondo, ¿qué más da? Capello tiene derecho a pensar lo que quiera y apoyar las ideas políticas que le vengan en gana, aunque particularmente no me gusten, como lo tiene cualquiera de nosotros: el problema es morder la manzana que con más o menos buena fe le ofrece el periodista y hacerlas públicas.
Hace algunos años entrevisté a Zinedine Zidane para el diario argentino Clarín, y durante unos minutos, me empeñé en que hablara sobre las relaciones entre el mundo musulmán y el “occidental”. Zizou me contestó con corrección, pero en realidad, dijo muy poco, se sintió incómodo y una vez publicada la charla, quedaba claro que lo interesante estaba en sus ideas sobre el fútbol y no sobre la guerra contra el terrorismo y la Yihad islámica. Cuando Zidane pisa la pelota, sale del regate con la cabeza levantada y mete un pase filoso entre los centrales adversarios, da igual si lo hace convencido de que las caricaturas de Mahoma son inaceptables o una soberana tontería. Su verdad está en el fútbol, e interesarse por conocer sus ideas fuera de él es invadir un terreno privado, alimentar el morbo y, de alguna manera, confundir al público.
Del mismo modo, que Fabio Capello, sin dudas un muy buen entrenador, haga un análisis de la dictadura franquista tiene tanto valor como si alguien describiese la sociedad norteamericana por haber visto un rato la Superbowl. Dejemos que el viejo guerrero romano siga adiestrando a sus huestes, y ocupémonos cada uno de lo nuestro, que ya bastante trabajo cuesta.
Escrito por Matallanas | 9:14 a. m. | Enlace permanente