LECTURA. Se echó al monte la utopía (Una de Piratas, DoMingo 15 de febrero de 2004 )
Se echó al monte la utopía*
En estos días inciertos, en los que hacemos esfuerzos para que no sobreviva el desengaño y luchamos por vencer el desasosiego, es el momento de romper una lanza por la utopía. Pedir y creer en lo imposible. Desear, solicitar e implorar porque el fútbol no se convierta en un arma arrojadiza, en el rincón en que tengan cabida y proliferen las miserias más extremas del ser humano y se escenifiquen los peores vicios de la sociedad. Nos gustaría que Gil se dedicara a sus ocas, sus caballos y, sobre todo, a sus nietos. Que Pablo Alfaro se quedara con sus códigos en el césped y su forma de jugar, con sus fans y sus detractores, pero sin estropearlo con declaraciones extrañas, con tintes xenófobos, como ésa de que aquí hay libertad de expresión “para los que hemos nacido aquí”. Que Valdano siga demostrando que es humano, pero no se sorprenda con la reacción de la gente, porque su bajada a los vestuarios, por mucho que se entienda en códigos futbolísticos, da argumentos a los que buscan el más mínimo detalle de prepotencia de los madridistas.
Este ambiente ‘guerracivilista’ asquea. La polémica es un condimento importante en el fútbol. Los debates de barra de bar, con los compañeros de trabajo y los colegas del barrio, dan salsa a la vida. Los desbarres que nos marcamos los tertulianos en la radio alimentan la confusión en vez de formar opinión. Y todo se encona. Llegará un herido o un muerto en un campo de fútbol y todos nos echaremos las manos a la cabeza. Los periodistas, los primeros. Cuando hay asuntos más importantes en el globo terráqueo -¿dónde estaban las armas de destrucción masiva?- o en nuestro país -la cercana elección del próximo presidente del Gobierno-, y la batalla verbal que se ha desatado en el fútbol -con el Madrid como enemigo de todos- quiero pedir lo imposible y recordad los versos de Serrat: “Sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte. ¡Ay! Utopía, cómo te quiero porque les alborotas el gallinero. ¡Ay! ¡Ay!, Utopía, que alumbras los candiles del nuevo día!”. Del nuevo día, del nuevo hombre, del nuevo fútbol. Desterrando el odio del ser humano.
*Columna que escribí hace dos años en el suplemente DoMingo de Marca en mi sección 'Una de piratas'. Cambiando algunos nombres (como el del difunto Gil), podría servir perfectamente para estos días.
Escrito por Matallanas | 2:16 p. m. | Enlace permanente