El peor momento de Raúl: de la jerarquía a la utopía

Partiendo de la base de que Raúl es una de mis debilidades, un futbolista excepcional que siempre ha dado la cara, ha marcado diferencias y se ha ganado la jerarquía y el respeto sobre el césped de todos sus compañeros, que le admiran con una unanimidad poco común en el gremio, algo muy complicado en el fútbol. Dejando esa premisa bien asentada y haciendo uso de la crítica, que muchas veces ha sido excesivamente benevolente, considero que Raúl se encuentra en su momento más bajo como futbolista. Acaba de salir de una lesión grave, que ha superado sin cirugía, con un tratamiento y un sacrificio al alcance de muy pocos entre los que se encuentra él, pero no está para ser titular y creo que la decisión de alinearle de principio, la haya tomado quien la haya tomado (aunque huele de lejos, por los indicios, que la ha consensuado él mismo con el entrenador), es un gravísimo error que le está perjudicando.

Su baja forma es alarmante y, si Raúl no funciona en el campo, se convierte en un jugador trotón que no desequilibra ni marca diferencias. Su jerarquía es sobre el césped porque en la caseta no es un Fernando Hierro. No es sencillo ni obligatorio ni debe suceder por sistema que un líder en el campo lo sea también en el vestuario. Eso le sucede a Raúl y, en una situación de crisis, cuando su equipo está roto y todo son problemas, hace falta que funcione el vestuario, que alguien aglutine y lidere al grupo. Ese rol no lo desempeña Raúl y eso no sucede en la caseta del Real Madrid desde que se prescindió de Fernando Hierro, en un error brutal, como lo fue, en un plano institucional, de pedigrí y de valores madridistas, prescindir de Vicente del Bosque, quien, y no por casualidad, sigue arrasando en todas las encuestas como preferido del madridismo para regresar al club.

Raúl es un símbolo y los símbolos no se deben tocar. Pero también lo era Guardiola en el Barcelona y se tuvo que marchar. Además, el capitán del Real Madrid debería haberse ido para que se le valorara aún más su excepcional rendimiento una vez fuera del club. Un servidor, soñador empedernido, utópico irracional, sigue convencido de que Raúl debería cumplir el sueño de su niñez que pasaba por triunfar en su adorado Atlético de Madrid. Es un imposible por muchísimos factores, pero debe haber sido muy complicado para Raúl haber sido el ídolo del equipo al que no podía ver ni en pintura con quince años. Es una enajenación que se puede sobrellevar con el cariño enorme de los madridistas y con una nómina de galáctico. Una nómina que se le está empezando a discutir, surgiendo voces que dicen que debería dar ejemplo reduciéndosela para marcar el nuevo techo salarial del club. Raúl no tendría problema en hacerlo, seguro, pero ese no es el debate. Los aficionados a la selección deseamos que Raúl resurja, porque Raúl siempre vuelve, pero ahora, con un Real Madrid en una crisis que no cesa, Raúl también se hunde y no debería ser titular. Si sigue así, en la selección lo va a tener complicado para ocupar un sitio en el once. Pero Raúl siempre ha vuelto. Esperemos que ahora también.