Butragueño: “¿El voto por correo? Era un momento bastante delicado en el ámbito deportivo y bastante tenía con lo mío”
Crónica de tribunales con el Real Madrid de fondo
La mañana ha estado entretenida. Convertirte en reportero de tribunales por un día te hace salir de la rutina y contemplar un juicio desde la barrera ha sido interesante. Expectantes, inocentes, alguno escéptico y pasota, pero todos con una brizna de ilusión ante la novedad, nos hemos presentado en los juzgados de lo social de la calle Hernani de Madrid el Rubio, Chema del Olmo (pedazo de crónica se ha pegado Chemita con Corrochano a las tres en Onda Cero), Miguel Serrano (Marca), Carlos E. Carbajosa (El Mundo), Goyo García (Marca.com), José Luis Sánchez (La Sexta) y un servidor. Pablito, el 'pirbulin', fotero de Marca, se ha comida una guardia en la calle, porque no se puede entrar con cámara, y no ha 'trincado' al Buitre porque ha tenido que ser relevado para hacer otro curro.
Allí estábamos y allí estaban, en la quinta planta, los cuatro tipos que hasta el pasado mes de junio eran los directores generales del Real Madrid, charlaban de vaguedades entre ellos (ver fotos) y el presidente del Castilla, Moreno Cariñena, se sumaba, sin entusiasmo, a un corrillo que se rompía permanentemente. Mientras, los periodistas tomábamos prestados los periódicos que había llevado Manolo Redondo. Luis Torres, el empleado despedido, ha llegado vestido como un novio para una boda. Elegante y tranquilo esperaba su turno, convencido de que la vista serviría para restablecer su honor por la acusación de deslealtad a su club. Mónica Ventero, empleada del Real Madrid aún y ex compañera de Luis, también esperaba su turno para testificar con un recogido en el pelo y una risa nerviosa que se adivinaba antes de entrar a la sala y que se le ha soltado una vez que ha respondido a las preguntas de los abogados y la juez. ¡Esa juez! Esa juez con esas gafas de pasta de colores. Esa juez con aplomo y seguro de sí misma, que parecía que iba a levantarse del estrado en cualquier momento para bailar en mitad de un anuncio de champú. Esa juez con prisas, con ganas de terminar pronto, de que no le contasen cosas irrelevantes y fueran al grano, con esa mirada de decir todo el rato “¡vamos deprisita!”. Esa juez que tomaba notas como una estudiante en la facultad y no perdía el hilo nunca. Y esos tribuletes de tribunales eventuales, por un día, encerrados ya en esa sala. Esos plumillas enjaulados en la novedad, sin poder salir de la sala porque una chica se ha ido un momento y la juez le ha recriminado que volviera a entrar, porque podía contarle a los testigos que esperaban su turno fuera lo que estaba sucediendo en la sala. Esa juez, como una ‘seño’ de EGB, que le ha pedido a la agente judicial que cerrase con llave. Y esos periodistas que hemos aguantado a gusto, entre sonrisas (“te imaginas que el Buitre entra a testificar vestido de futbolista con el 7 a la espalda”), las tres horas que ha durado la vista.
El abogado del Real Madrid hubiera sido el malo, el que caía mal, si se hubiera tratado de una serie de tribunales española. Al abogado del Real Madrid se la ha instalado un tic a lo Míster Bean cuando el abogado del empleado despedido ha aportado la prueba cuarta, una declaración ante notario en la que Luis Torres contaba el chantaje del que había sido objeto por parte de Juan Mendoza Solano, vicepresidente del Real Madrid, dos días antes de despedirle. De eso se trataba en el fondo el juicio del chantaje del club, por parte de su vicepresidente a un trabajador para que se reconociera culpable o culpara a otros compañeros o a sus superiores de haber manipulado, falsificado, tocado el voto por correo que iba llegando. Pero Juan Mendoza (que en ese supuesto chantaje, según la declaración ante notario, llegó a mentar el nombre del juez Garzón) estaba citado de testigo y no ha aparecido. Y tampoco ha dado el ombligo el presidente Ramón Calderón, obligado también a estar presente porque había firmado el despido. Un despido que no fue tratado en Junta Directiva, como reconoció el testito Francisco Moreno Cariñena en su declaración. Una declaración en la que ha reconocido haber tenido conocimiento de la conversación del chantaje de Juan Mendoza a Luis Torres, según le había contado Manolo Redondo. Un Manolo Redondo que ha mostrado su sorpresa por ese chantaje. Un chantaje que no se ha demostrado con pruebas, pero si con los indicios de las declaraciones de los testigos. Especialmente con la declaración de Carlos Martínez de Albornoz, ex director general corporativo del club, que era el encargado de firmar los despidos y se negó a firmar el despido de Luis Torres porque ha dicho que los motivos del despido faltaban a la realidad. Un despido sin pruebas, como ha reconocido el abogado del Real Madrid, que será declarado improcedente seguro porque así se lo ha ofrecido el club, aunque el abogado defensor aspira a que se declare nulo y el empleado sea readmitido en el club. Un despido que tuvo que firmar Ramón Calderón, quien no ha querido estar presente y ha preferido estar de sorteo en Valdebebas y mordiéndose la lengua hasta que ha estallado llamando “buitre y carroñero” a los candidatos como Villar Mir y a todos los que quieren que concluya el proceso electoral del Real Madrid. José Ángel Sánchez se le notaba nervioso antes de la vista. Era director general antes de las elecciones y ahora sigue siendo director general, ejecutivo, por encima del resto de directores generales. Pero finalmente no ha tenido que testificar porque el abogado del Real Madrid ha renunciado a que comparezca después de que Moreno Cariñena no estuviese excesivamente bien en sus respuestas para los intereses del club. José Ángel Sánchez se ha quedado las tres horitas fuera y no ha pasado a declarar. Sí ha declarado Mónica Ventero y a la conclusión del juicio ha dicho que mañana la iban a despedir. “Seguro, ya verás como me echan”. “Eso no es posible”, le hemos dicho varios periodistas. “Igual de posible que yo fui la única de los 20 empleados que cargamos con las sacas del voto por correo a la que no pagaron horas extras. Ya veréis como me despiden”.
Y es que este juicio por despido trasciende lo laboral porque de fondo está el voto por correo. Supuestamente, según contaban los actuales directivos, el tal Luis Torres llegó a falsificar 4.000 votos en las oficinas del club, en el despacho de Manolo Redondo, los abrió con vapor (como se recreó en Maracana 06) e imitó la firma de miles de socios. No se ha aportado ni una prueba para ello y el propio club ha reconocido su error intentando alcanzar un acuerdo, en el que ofrecía 45 días por año más el diez por ciento de más del montante total (unos 10.000 euros de excedente). Pero el abogado defensor ha pedido la nulidad del despido. Algo por lo que no aboga la fiscal, después de escuchar sus conclusiones, que si acepta el despido improcedente, pero no el nulo porque no considera que el chantaje este probado ni que vulnere los derechos fundamentales, condición necesaria para la nulidad de un despido.
Pero el testigo estrella, como no podía ser de otro modo, ha sido Emilio Butragueño Santos. Se le ha preguntado si le habían implicado a él en el lío del voto por correo. Y ha dicho que no porque aún debe desconocer que en el juzgado 25 otra empleada del club ha testificado que el Buitre en persona ayudó a sacar sacas de voto por correo del club. Pero bueno, estaba ahí de testigo y él ha cerrado las declaraciones al contestar así la última pregunta de la juez en la sala 5 A de los juzgados de lo social, en mitad del juzgado 24 de esos juzgados:
La juez: Antes ha dicho que en la dirección general de presidencia tenían alguna competencia sobre el voto por correo, cree que ayudaban en la recogida.
Butragueño: Creo. Yo intento ser extremadamente respetuoso con la función de mis compañeros y no voy más allá de aquello de lo que soy informado. Era un periodo con respecto a nosotros bastante delicado, hablo en el ámbito deportivo, y bastante tenía con lo mío, je, je, je.
Y en la risa del Buitre, esa risa con un poso de amargura, esa risa a ráfagas, como su verbo, como sus cambios de ritmo como jugador, en su risa y en esta última respuesta se simboliza la situación que vive el Real Madrid, un club judicializado, con un presidente eventual porque no se han contabilizado todos los votos, los miles de votos que emitieron miles de socios de forma honrada. Ese periodo delicado en el ámbito deportivo del que ha hablado Butragueño es lo que realmente importa al socio madridista y que se cierren definitivamente estas elecciones y que el club salga de los tribunales.
“Visto para sentencia” ha dicho esa juez, con pinta de suegra exigente, pero agradecida y hospitalaria. En diez, quince días dictará la sentencia. ¡Esa juez…!
Escrito por Matallanas | 6:58 p. m. | Enlace permanente